"Es una técnica fascinante y complicada, trabajas con el agua, un elemento mágico que a veces te premia y otras te castiga". Así resume Rosa Manzano su pasión por la acuarela, afición que compartió ayer con una veintena de pintores que ocuparon los lugares más emblemáticos del casco antiguo en el I Encuentro de Acuarelistas de Zamora. "Lo más bonito de la acuarela es trasladar rápidamente al lienzo lo que tú interpretas. Además, en estos encuentros es muy interesante compartir con otros compañeros diferentes puntos de vista para enriquecer el cuadro", añade Ángel Morán.

De Asturias, Castilla y León, Andalucía o Cantabria, los pintores despertaban la curiosidad de los ciudadanos, que se acercaban a ver los progresos de cada pincelada. "No conocía la ciudad, pero Balborraz me ha enamorado desde el primer momento, donde el juego de luces y sombras se aprecia muy bien", señala Ricardo Alonso.

Los caballetes se repartían por Balborraz, Plaza Mayor, los miradores o Viriato. Los más alejados de la comitiva se podían encontrar en los jardines del Castillo. Con el frescor de la hierba bajo sus pies estaba un último grupo de participantes, que había elegido la Catedral como protagonista de sus acuarelas. "Aquí tenemos césped, árboles y edificación para confeccionar nuestro cuadro", enumeraba el asturiano Guillermo Carbajo.

Mano a mano con Mercedes Ballesteros, presidenta de la Asociación Cultural Acuarelistas de Zamora, ha estado en la organización el leonés Juan Ramón Alvés, quien destaca de la ciudad "la piedra y el románico puro, lo que la convierten en única para la pintura". Una afición que califica de "espontánea, porque no da lugar a la rectificación. Por eso hay que ser muy reflexivo antes de comenzar", aconseja. Tras la jornada de la mañana, los participantes compartieron una comida en la margen izquierda del Duero para finalizar el día con nuevas pinturas que reflejaron otro punto de vista de la ciudad.