El ruido atronador de las bocinas precedía a la caravana de camiones engalanados que un año más recorrió las calles de la ciudad en el sábado más próximo a la festividad de los transportistas, en honor a su santo patrón, san Cristóbal. Era un día para disfrutar en compañía de los colegas de profesión en un gremio, el del transporte, que nunca ha tenido las cosas fáciles, y tampoco ahora cuando la crisis ha repercutido en la bajada de la actividad, retrasos en el cobro de los portes o rebajas en las tarifas.

Ayer quedaba todo eso un poco aparcado porque lo que tocaba era disfrutar de la fiesta. Por la mañana, con una misa y un vino español al que estaban invitados tanto los profesionales como los políticos de la ciudad y de hecho fue nutrida la representación de concejales de distintos grupos políticos que se acercaron a compartir el aperitivo con los transportistas.

Fueron muchos, más de una treintena, los que se animaron a engalanar los camiones, con adornos de todo tipo, de cara a la habitual caravana que se formaba a primera hora de la tarde. Los camiones, en fila, se dieron un paseo por las calles de la ciudad, dando protagonismo a un gremio que pasa desapercibido pero que es imprescindible para el funcionamiento de la economía.

Entre los camiones, muchas curiosidades. Uno de ellos, por ejemplo, lleva aerografiada la estampa de la Virgen de la Soledad. En la mayoría las protagonistas eran las llamativas guirnaldas y las banderas de España y Zamora, que los camioneros lucían con orgullo. Adornos florales e imágenes de san Cristóbal formaban parte también de la parafernalia festiva de los camioneros.

El paso de la comitiva era generoso echando golosinas a los escasos viandantes que a esas horas de máximo calor transitaban por las calles de Zamora. Pero incluso desde las casas los zamoranos sintieron que un año más se celebraba san Cristóbal.