Recientemente elegido presidente del Grupo de Magistrados Europeos para la Mediación (Gemme), el juez Luis Aurelio González Martín abre hoy el curso de verano de la UNED sobre Madiación y Justicia Restaurativa, que se desarrolla en la prisión de Topas hasta el jueves. El experto en la materia, galardonado con un premio a la calidad de la Justicia en 2011 por su proyecto piloto sobre mediación intrajudicial, no duda en afirmar que esta es una herramienta para conseguir la paz social.

-La justicia restaurativa en España apenas está implanta, ¿por qué tanta reticencia a solventar litigios con esa fórmula?

-Todo lo que tenga que ver con la medición y las herramientas de mediación en este país, por desgracia, cuesta implantarlo, hay una falta de cultura de transación y de solucionar litigios de forma distinta. Si ha sido difícil en los ámbitos de mercantil y civil, en penal las reticencias son mas grandes. La justicia restaurativa, que pretende dar un gran protagonismo a la víctima, es una necesidad imperiosa, que habrá que asimilar.

-En vía penal, quien sufre el delito espera siempre que sea un juez quien lo solucione, ¿cómo hacerle entender que existe esa otra fórmula reparadora?

-El hecho delictivo de por sí tiene componentes dañosos indudables, el principal es la sensación física y psicológica que sufre la víctima, no solo la agresión en sí, sino el hecho de verse inmersa en la vorágine procesal que, a veces, constituye una victimización secundaria. El que se pueda producir una forma de restaurar la situación al momento anterior al que se produce el delito es importante, se habla ya no solo de justicia restaurativa, sino de justicia terapéutica.

-¿En qué consiste esa justicia terapéutica?

-El autor del delito debe tener el castigo penal que corresponda, pero también hay fórmulas para conciliar la atención a la víctima, de manera que se pueda enfrentar a la situación y encontrar una explicación a lo ocurrido. Se trata de equilibrar la situación, una vez reconocido el hecho por el autor, que se pueda pasar a las fases en las que se puede reparar afectivamente, además de económicamente. Se intenta no solo solucionar el conflicto a través del Código Penal, sino de que la víctima se sienta reparada y reconfortada, con la intervención del Ministerio Fiscal y el juez.

-¿Qué papel se le otorga a quien ha delinquido?

-El autor del delito debe tomar conciencia de que para reparar el daño causado no solo es suficiente pagar una pena, sino también comprender el mal que se ha causado y observar cómo la persona padece y sufre secuelas psicológicas. Es una forma de conseguir, a largo plazo, la paz social.

-Supongo que la intervención de otros profesionales es esencial.

-Sí, de profesionales de la mediación u otros técnicos ralacionados con la justicia restuarativa. Estos mediadores, expertos en comunicación, conseguirán un encuentro restaurativo entre víctima y autor del delito en la mejor de las condiciones. No es un juego, es una disciplina muy difícil, se trata de que, en un entorno de profesionales, se logren acuerdos tutelados por el tribunal y Fiscalía, siempre que se produzca la admisión de los hechos y la restauración.

-¿Qué diferencia habría entre ese método y la actual conciliación?

-La conciliación siempre es en términos de intervención de terceros ajenos, negocian el abogado defensor, el de la acusación y el Ministerio Fiscal, mientras la víctima está ajena a lo que sucede. En la restaurativa se trata de que pueda a llegar a hablar personalmente con el autor y poner sobre la mesa inquietudes y dudas, que, cuando se aclaran, pueden destruir miedos que uno alberga tras sufrir el delito, el estrés postraumático. Cuando se enfrenta y se le da una respuesta, se puede eliminar.

-¿Qué delitos son los más difíciles de abordar con la mediación?

-Los delitos contra la libertad sexual, que habría que ver hasta qué punto son mediables; también los de terrorismo, pero incluso hasta con delitos de una enorme importancia ha habido países en los que los encuentros restaurativos han ayudado a víctimas a recomponer su situación tras el delito, con resultados importantes.

-Por ejemplo, en Irlanda y en el País Vasco, con víctimas de terrorismo

-Exactamente, son asuntos en los que se trata de iniciar vías de perdón en términos restaurativos.

-¿Es complicado conseguir colocar frente a frente a la víctima con quien le ha herido de forma tan importante?

-Eso es lo más delicado y por eso es necesario el concurso de profesionales, tiene que aceptarlo voluntariamente y hay que ver que existe un equilibrio e igualdad para poder a abordar psicológicamente una situación de ese tipo. Cuando los profesionales ven que se puede llevar a cabo el encuentro, cuando las dos partes lo aceptan, es cuando se puede producir el proceso con resultados enormemente positivos para las dos partes y para la sociedad en general que encuentra una solución que no solo es la aplicación fría del Código Penal.

-No será fácil que la víctima acceda a verse con quien la ha causado daño, habrá reticencias...

-Son inevitables, muchas veces. Puede decir "¿qué necesidad tengo de verle?", pero, cuando intervienen los profesionales y se le explica lo que se pretende, puede ayudarle a superar el terror y el pánico posterior a sufrir el delito, a veces, casi peor que el delito en sí. Este tipo de aspectos se solventan a veces: la víctima se va empoderando frente al delincuente, se equilibra y se eliminan miedos.

-¿Es más abierta la actitud de quien comete el delito?

-Hay veces que el autor no preveía causar tanto daño, no pensaba que las consecuencias pudieran ser tan perjudiciales ni sospechaba el drama colateral para la víctima.

-¿El arrepentimiento es más sincero que en la conciliación?

-El arrepentimiento y reconocimiento de los hechos llega sabiendo qué hay detrás del delito, el dolor producido. No es "me arrepiento y me rebajan la pena", son seres humanos que se enfrentan. En México, donde existe tanto conflicto, se están convenciendo de que es muy necesario para recomponer la sociedad.