Mientras la Fiscalía llegó a imputar a uno de los tratantes imputados, a J.M.F. de un delito de blanqueo de dinero simple, al estimar que desde su ganadería sería desde la que se colocaban en el mercado los corderos robados en explotaciones ganaderas de Sayago, "porque de ella salen más animales de los que entran", la abogada del imputado insistía en la falta de pruebas que vincularan a su cliente con los delitos enjuiciados ayer. Al igual que los abogados de los otros cuatro acusados, la letrada insistió en que "no se ha practicado prueba" que pueda demostrar que sus clientes estuvieron en las explotaciones ganaderas en las fechas en las que se produjeron los cuatro robos. Todos los letrados pusieron en cuestión la declaración del joven que confesó, haber participado en los robos con el resto de procesados, a quienes dijo conocer cuando la Guardia Civil le detiene, aunque ayer en la declaración en el Juzgado de lo Penal matizó que solo conocía a uno de los tratantes, A.G.G.; y al acusado que se le apoda "El Portugués", A.V., con quien había trabajado. La falta de pruebas se extendió también a la inexistencia de inspecciones oculares que, como en el caso del último robo ocurrido en la noche del 30 de mayo de 2014, podrían haberse efectuado sobre el terreno, para observar si existían rodaduras de la furgoneta con la que supuestamente se trasladaban los corderos robados, propiedad de A.G.G.,; de otros vehículos utilizados o de las pisadas. Los agentes tampoco solicitaron los libros de registro de las explotaciones que los ganaderos que declararon ayer en los tres juicios aseguraron tener en sus negocios para controlar el ganado que poseen. La inexistencia de crotales y de bolos se explica porque los animales robados tenían menos de cinco meses, cuando el ganadero ya las marca con este tipo de distintivos para que, en caso de robo, se sepa de qué ganadería son. Sí que algunos corderos tenían marcadas las iniciales del industrial o alguna otra señal física, indicaron.