Recorrer zancada a zancada la distancia que separa los puntos cardinales más distantes de la España peninsular, unos 3.600 kilómetros en menos de dos meses representa el reto que afronta el corredor aficionado Alfredo Corralero que el pasado día 1 de junio salió de Tarifa, el punto más al sur de España, y que estos días atraviesa la provincia zamorana rumbo al cabo de Touriñán, el punto más al oeste; el cabo de Estaca de Bares, el lugar más al norte y el más al este, el cabo de Creus.

El desafío personal conlleva el apoyo un proyecto de la Fundación Doctor Iván Mañero en Guinea Bissau. "Quería que mi esfuerzo físico fuera unido a una iniciativa tangible y con "3.600 kilómetros solidarios" persigo lograr fondos para apoyar la creación de un centro de salud donde darán información a las madres sobre alimentación infantil, salubridad en el hogar o para realizar un control de vacunación en una población rural a la que el hospital le queda a más de dos horas de camino andando", explica este mosso d'Esquadra ultrafondista que se planteó el realizar ese reto, tras conocer la existencia de las becas de la Fundación Gaes, una de las cuales ha logrado para esta empresa solidaria y deportiva.

El corredor afronta los 3.600 kilómetros en 55 jornadas con una media de 60 kilómetros cada jornada con final en una población "para poder solicitar el apoyo a los ayuntamientos a los que les hemos mandamos información del proyecto y les hemos solicitamos un lugar donde dormir, cena y un fisioterapeuta", detalla Alfredo Corralero en la sala que le cedió anteayer el Ayuntamiento capitalino en la Ciudad Deportiva. "La respuesta de los consistorios ha sido diversa, desde la ignorancia a un gran apoyo como uno que nos facilitó dormir en un hotel cinco estrellas", describe. En muchas poblaciones le han salido a recibir corredores e incluso en varias ocasiones lo ha hecho su propio hijo, Bernat "algo que sube mucho la moral porque los últimos kilómetros te duelen mucho los pies", matiza el funcionario que llegó anteayer a la capital desde Salamanca en su primera etapa con lluvia, que ayer cubrió el trayecto entre Zamora y Tábara y hoy afrontar los kilómetros que separan esa villa de Palacios de Sanabria aunque él y su familia dormirán en Puebla.

Con las primeras luces de cada jornada este hombre comienza su desafío diario con una mochila en la que lleva una manta térmica, tres litros de agua, una venda, un silbato de seguridad, un móvil con batería, un gps, una bolsa con frutos secos o barritas energéticas. Alterna la carrera con el caminar hasta que a media mañana para a comer en un pueblo del recorrido y reponer los alimentos de su bolsa hasta llegar al destino marcado.

En las primeras semanas "he sufrido mucho en la parte de Andalucía por el calor tan intenso. La etapa que acabé en Córdoba lo pasé muy mal. Eran 95 kilómetros y me quedé sin agua a diez kilos de la llegada y había 45 grados centígrados" y en la etapa de Ubrique "pasé muy cerca de un ternero y una vaca corrió detrás de mí", testimonia Corralero a quien se le puede apoyar económicamente apadrinando cada kilómetro en la web 3600kmsolidarios.org.

En la aventura de su vida, como califica Alfredo a su iniciativa que une los valores del deporte con la sensibilización y la solidaridad, el corredor, que se ha encontrado con poco peregrinos pese a seguir los caminos jacobeos, patea España arropado por algunos de sus más allegados. "Algunos días van a venir amigos, pero nadie renuncia a la totalidad de sus vacaciones", comenta el ultrafondista, mientras que su mujer Rosa Hernández señala: "Los primeros días era estresante esperarle con los vehículos en la población de final de la etapa, pero según estamos avanzando estamos más relajados aunque no nos da tiempo a conocer los lugares". El equipo lo completan el hijo de ambos Bernat, y el padre de ella, Diego, quien subraya que según suman kilómetros "el apoyo de la gente con la que nos encontramos va a más". Y es que desde una asociación de casa rurales de Muxía a una dueña de un hotel han contribuir a la causa por la que este hombre sufre cada día en los caminos.