El porcentaje de indecisos que señalan las encuestas indica que serán muchos los electores que se acercarán a las urnas con la pinza en la nariz. Para compensar, este fin de semana cargos del PP, candidatos del PSOE y de Unidos Podemos decidieron sonreír a la cámara y hacer de la pituitaria corazón mientras se vadeaban entre las emanaciones de metano del vacuno de las granjas. Se agradece que, por una vez, no sean exclusivamente los ganaderos a los que les toque bracear entre la mierda y que sean los pulcros políticos y aspirantes a parlamentarios los que busquen abonar votos ante un sector que si pusiera el ventilador en marcha, ríete tú de Bárcenas, el Bigotes, Chaves y Griñán.

La idea de que los ganaderos abrieran sus instalaciones al público partía de la Diputación, que pretende fomentar el consumo de lácteos, también entre la población infantil. De ahí que la presidenta Mayte Martín Pozo se rodeara de infantes a los que enseñar en Monfarracinos que la leche no emana del tetrabrick y los yogures tampoco florecen en la nevera. Y no deja de ser esta una actividad de riesgo, porque con Ana Rosa marcando tendencia en la figura de niños inquisidores, igual alguno le salía con lo de las fechas de caducidad y se le quedaba la misma cara que a Arias Cañete cuando le mentan los negocios de la familia. Como esto de las carreras políticas en campaña se parece cada vez más al show de Truman, los candidatos socialistas "contraprogramaron" a su vez, enfundados en vaqueros y botines camperos y allá que se lanzaron. Y lo mismo hicieron los de Unidos Podemos. Va a ser verdad que también en los sufragios tiran más dos tetas de vaca que dos carretas de mítines. Cual cuajada me hallo ante semejante día de puertas abiertas, la dichosa granja debía parecer el camarote de los Marx, más lactosa, esto es la guerra. Vamos, que porque las frisonas carecen de cornamenta, si no más de uno se habrá cogido un ataque de cuernos como para que se le cortara la nata. Pues nada, a ver si los ganaderos tienen suerte y, en los próximos años, los que ahora les visitan se parten la cara ante otro tipo de cámaras para que les paguen como merece su esfuerzo diario, y esta paciencia extraordinaria de campaña. Si es que miro las fotos y tengo que reconocerlo: son la leche.