en mis incipientes clases de pintura, de niño, me enseñaron que los colores básicos son el rojo, el azul y el amarillo. Y como para no tenerlo en cuenta si te dicen que esa teoría viene del mismísimo Isaac Newton en 1704. Casi nada. Ahora que los políticos pintan cada vez menos para la mayor parte de la población, resulta que los aspirantes al codiciado gobierno español han decidido coger la paleta y mezclar distintos tonos. A los azules no les termina de convencer el resultado de unión con el naranja. Un tono café poco apetecible, aunque cuando hay hambre todo puede valer. Algo parecido les pasa a los rojos socialistas si intentan hacer experimentos con otro de los colores llamados complementarios, en este caso el morado, porque anulan el suyo original.

En Zamora el paripé del inicio de campaña y pegada de carteles ha dejado imágenes muy curiosas. Los populares contaron con la presencia de su número uno al Congreso y mano derecha de Rajoy, Fernando Martínez Maíllo. Todos en grupo y ordenados (hasta me recordaron a alguna comparecencia de Podemos), mostraron su mensaje para los próximos 15 días no en carteles sino en móviles de alta gama y tabletas. Una pena no haber podido tener una foto desde la parte de atrás y saber si prefieren la manzana, la fruta más cara en el mercado de la tecnología. Es de suponer que estos dispositivos serán personales y no los que pagamos entre todos (los que no los tenemos) a los cargos públicos. Por no hablar de la falta de cobertura de Internet en la provincia. En la imagen llamaba la atención el amarillo que lucía la candidata al Senado Clara San Damián. ¿No teme al gafe asociado a ese color? ¡Ahhh, que eso es solo para los que se dedican a hacer teatro..! O para los titiriteros?

Los socialistas optaron por más de lo mismo, lo que les ha llevado a la situación de encrucijada en la que se encuentran. Ante la escasa expresividad de Mar Rominguera, cabeza de lista al Congreso, tuvo que ser su homónimo a la Cámara Alta, José Fernández, el que se remangase con la escoba y el que diera un poco de aire a la escena, que Pepe tiene muchas tablas. Tablas que, critican en privado los del PSOE, le han faltado a su líder nacional para gestionar las negociaciones tras las elecciones del 20D. Algunos hasta le reprochan que se negara a sentarse con Rajoy para pactar unos mínimos. Una opción que ahora no sería tan descabellada si el panorama se presenta tal y como dibujan las encuestas: dar una bocanada de oxígeno con la abstención al líder del PP para que gobierne con la soga al cuello el tiempo que pueda y a por la moción de censura. Los de la rosa roja con Podemos no sintonizan, ni en Zamora ni en Madrid. Los morados se los quieren merendar, pero ese bocadillo les viene aún demasiado grande. También entre los socialistas hay hambre hacia otros compañeros, que los escaños cada vez son menos y los privilegios muchos. Golosones, golosones? Que se os ve venir y Rominguera parece levitar con aire cándido primaveral. Vestida de anuncio del Corte Inglés dirige el catarro, huy, perdón, el cotarro. Los socialistas no levantan cabeza y se me vino a la sesera la alergia generalizada que amenaza con dejar al PSOE zamorano al tamaño de un kleenex, versión actualizada del pañuelo de cuatro nudos de nuestros abuelos pero de usar y tirar.

A Braulio le he visto en las fotos moderno, con esa melena canosa al viento. Hacía tanto tiempo que no me lo encontraba en saraos públicos de carácter político o movilizaciones ciudadanas que? (¿Le he visto alguna vez antes de meterse en política?). A lo que iba, que está muy cambiado el podemita en su imagen actual, muy lejana de aquella en la que le recuerdo con su flautita en la banda tras las procesiones. Ahora esa flauta, la de Pablo Iglesias, ha conseguido engatusar a unos ratones, los de IU. Y son a los de la coalición a los que les va a costar, y mucho, votar a Braulio Llamero al Congreso, porque Podemos les ha pisado donde duele, y mucho, en el "Cayo". En la pegada de carteles al "valiente", como él mismo se define, periodista y cuentista (escribidor de cuentos infantiles, mal pensados), para espantar cualquier atisbo aburguesado, no le faltaba detalle: camiseta morada, pantalones de los que le gustan a Pablo, pulserita morada y? un cubo de cola de color rojo, probable única adquisición en el híper del barrio. ¡Vaya despiste Braulio! Como se entere el jefe te quedas sin cargo en el Ministerio de Cultura.

Los de Rivera, a juego con la estampa irreprochable de su líder, aparecieron impecables y luciendo naranja. El único problema de los de Albert en Zamora es precisamente que no son Albert, sino una franquicia. Tras el fracaso de la fallida legislatura el líder de Ciudadanos optó por realizar una especie de casting en casi todas las provincias para encontrar si no a su semejante, que Rivera es mucho Rivera, a un sucedáneo. Y me da la impresión de que Zamora, por la Z, quedó para el final y no hubo ni casting. Son ciudadanos sí, pero yo no tengo clara ni su ideología ni su postura en Zamora, aunque reconozca sus aportaciones más que razonables en el Ayuntamiento de la capital y en otros muchos ámbitos. Pero lo del partido naranja me despista por lo absurdo de la trastienda provincial. ¿Expolíticos del PP tratando de hacerse con las riendas? ¿Génova haciendo un cortocircuito a las intenciones de Macías? Mucha tela que cortar. Del candidato al Congreso solo puedo decir y digo (que están de moda estas repeticiones) que no lo conozco personalmente. Leo que se llama Gaspar Fuente, que se dedica al sector privado en el ámbito de las renovables y que tiene pinta de tipo bonachón, como muchos ciudadanos de la calle. Bueno, Gaspar, ya que te has puesto la camiseta ya sabes, a sudarla.

Confío en que el 26J salga el arco iris y los aspirantes vean que entre el azul, el rojo, el morado y el naranja hay inmensas gamas. El mensaje de los electores está claro. Ya no quieren colores primarios. Construyan uno juntos y comiencen a trabajar o esta vez? Les sacaremos los colores a todos. Palabra de Barbacana.