Llegó a ser concejal por el tercio familiar antes de la democracia y se presentó por las siglas de UCD ya con las votaciones libres, presidió durante casi seis años los destinos del Zamora Club de Fútbol en unos tiempos bastante más convulsos que los actuales, aunque con más gloria deportiva seguramente y sobre todo, fue uno de los empresarios importantes de la construcción de la provincia, con una empresa que llegó a dar trabajo casi a un centenar de empleados. Es, en breves pinceladas, una síntesis de la vida de Miguel Vecino Baz, fallecido cuando estaba a punto de cumplir los 84 años, padre de cinco hijos: Miguel, Elena, María José, Enrique y Virginia, y tenía ocho nietos.

Nacido en Villalube, vivió después en el barrio de Pinilla, comenta su hija María José. Manuel Abad, amigo de la infancia recuerda que entró a trabajar, con 14 años "donde Teo, donde las semillas", mientras "yo entraba en el servicio de aguas, donde pasé 50 años". Miguel Vecino Baz siguió sin embargo, otros derroteros. Hombre muy trabajador, consiguió levantar una empresa que se dedicaba sobre todo a los derribos, excavaciones, áridos y la construcción. Si su hija habla de "el mejor hombre que podía haber" su amigo lo describe como "una persona extraordinaria. No había penas con él. Cuando se metió concejal todas las urnas se llevaron a favor de él". "Era generoso, amigo de sus amigos, ayudaba en todo lo que podía y si ibas de frente y había que pedir algo se lo pedías. Eso sí, no aguantaba que le engañaras", explica la hija. El paso a la política fue, precisamente "por el deseo de ayuda a su Zamora, ayudar a su barrio de Pinilla, y su ciudad". Luis Rodríguez San León, entonces uno de los dirigentes de UCD en la provincia mantuvo también amistad con Miguel Vecino, a quien define como "un gran empresario, una enorme persona y querido por todos".

Una de las etapas que más famoso hicieron a Miguel Vecino, y de las que más le hizo sufrir fue la de presidente del Zamora Club de Fútbol, cargo que asumió en 15 de junio de 1977 y finalizó el 23 de enero de 1983, cuando las deudas ahogaban al club. El libro de los 40 años de la historia del Zamora refleja, en una entrevista que mantuvo con él un cuarto de siglo después de dejar la presidencia, lo desencantado que el empresario acabó con el mundo del balompié. "Todo está montado como un negocio descarado", decía entonces. "Se me hizo mucho daño. El fútbol es todo un truco en el que hay mucha mentira".

De esa época le recuerda el periodista Luis Pablos Flores. "Era un hombre que cogió el club con mucho entusiasmo. Era muy afable, dicharachero, una de esas personas de las que uno se hace amigo fácilmente. Predominó por su simpatía y porque era una persona muy humana, siempre queriendo colaborar".