El escritor Virgilio Ortega presentó ayer su último libro "PalabrAdicción" en el salón de actos de la Biblioteca Pública donde estuvo acompañado por José Carreño.

-Es la tercera vez que acude a la Feria del Libro de Zamora cada año con un nuevo volumen. En este caso propone un desafío al lector.

-Planteo la relación entre unas palabras y otras. Este libro no es ningún diccionario donde puedes consultar términos, lo que yo quiero hacer es relacionar unas palabras con otras. Entre otros enigmas planteo qué tiene que ver una enciclopedia, enseñanza en círculo, con el Ku Klux Klan, que se reunía en círculo, y explicó a través de distintas palabras la conexión que existe entre los dos términos.

-En última instancia pone en valor el lenguaje.

-Sin duda. La palabra es fundamental. El hombre empieza a ser hombre no cuando es capaz de andar a dos patas ni cuando es capaz de fabricar herramientas. El hombre empieza a ser hombre cuando adquiere la habilidad de comunicar. Las abejas y las cigüeñas se comunican entre sí, pero no tienen un lenguaje como nosotros. El hombre empieza a ser humano cuando comienza a dominar el lenguaje.

-En estos momentos ¿lo dominamos?

-No y cada vez menos. Cada vez usamos menos palabras y las empleamos peor. Una persona normal en España maneja unas 2.500 palabras y reconoce 5.000. Un adolescente usa 500 y conoce un millar y quienes trabajamos con palabras podemos usar unas 5.000 y reconocemos unas 10.000, mientras que Cervantes usaba 22.800 palabras distintas, y Shakespeare 25.000. Cada vez conocemos menos palabras porque vamos a lo cómodo. Mi madre zamorana tenía un lenguaje riquísimo. Ahora un joven cuando va al campo dice "mira un árbol" cuando se trata de un álamo, un chopo o un alcornoque, por ejemplo. También es verdad que han desaparecido muchos oficios y con ello sus denominaciones y ya no tenemos un contacto con la naturaleza.

-Los nuevos sistemas de comunicación, véase WhatsApp, Telegram o Twitter, han sumado en esta pérdida.

-Sin duda y con libros como este se intenta descubrir la riqueza de las palabras. Un adolescente no sabe de dónde viene la Wikipedia. "Wiki" en hawaiano significa rápido o fácil. Debería llamarse Wikienciclopedia pero se produce una contracción y finalmente se denomina Wikipedia. Hay que descubrir las palabras. Un político tiene que dominar el lenguaje para convencer a sus votantes o un empresario tiene que dominar la palabra para negociar.

-Alude a ejemplos de personas que tendrían que tener una facilidad de palabra pero que cuando abandonan su discurso, la realidad es otra.

-Ya, pero la enseñanza es mala. Es más importante un maestro que un ministro. Ahora tengo la duda de si los maestros son capaces de transmitir entusiasmo. Saben transmitir conocimientos pero mucho más importante resulta transmitir el afán por el conocimiento, la capacidad por entusiasmarse con algo. Quizá no están motivados, por múltiples motivos quizá por la estructura pedagógica que tienen, pero además de enseñar dónde nace el río Duero tienen que ser capaces de transmitir el afán por conocer y por las palabras.

-¿Defiende la recuperación del latín y del griego en el sistema educativo?

-Sí, hemos sido unos burros. Nuestra madre es el latín y nuestra abuela el griego, pero nuestra madre tuvo muchos ligues (risas) con el árabe, el italiano, con el francés o el portugués e incluso nos podemos remontar al indoeuropeo. Los diez primeros números en pakistaní son muy parecidos al castellano porque se hablaba indoeuropeo desde Galicia hasta La India. No obstante, en primer lugar tendríamos que recuperar el castellano y saber las palabras. Si ahora es el aniversario del Quijote tendríamos que saber de dónde viene la palabra "quijote", que es la pieza de la armadura del muslo y Cervantes la toma del catalán.

-Habla con auténtica pasión de las palabras.

-Soy adicto a las palabras porque tenemos un lenguaje precioso, aunque no perfecto. Nosotros decimos "abuelo" pero para aclarar qué abuelo tienes que emplear más palabras cuando los noruegos tienen una palabra para cada abuelo. Recientemente he comido en el aeropuerto de Oslo y ponía "bacalao" debido a los vascos que iban allí a pescar. Tienen una palabra para definir el pez y otro el plato cocinado como en castellano sucede con el arroz y la paella.

-Un defensor del lenguaje castellano ¿qué opina de la importación desmedida que estamos realizado de términos del inglés?

-Este fenómeno sucede desde hace poco. Cuando Alfred Nobel inventó la dinamita tomó el nombre del griego, pero ahora decimos nos hacemos un "selfi" cuando en castellano existe el término de autorretrato, que es una voz preciosa y cuando existe una gran tradición de autorretratos en la historia pintura. No utilizamos los términos que tenemos en nuestro idioma porque la lengua es compañera del imperio, como dijo Nebrija en Salamanca. Nosotros hemos exportado tortilla, siesta, guerrilla o fiesta pero ahora el poder es norteamericano. Antes el imperio fueron los romanos y los árabes de los que tomamos palabras y cuando nosotros conquistamos nosotros exportamos palabras. En el XIX mandó Inglaterra y luego Estados Unidos.

-La Fundéu avisa del uso de términos existentes en castellano y recomienda la utilización de la voz en español.

-Está bien que lo haga pero el lenguaje está en manos de la persona. La Academia no las asume y creo que deberían de comenzar a tenerse presente pero somos nosotros, los hablantes, los dueños del lenguaje. Hace unos años no existía la palabra mileurista y la RAE no se puede oponer a su uso, lo que puede recomendar es una corrección gráfica en su empleo.

-Usted tiene un intenso contacto con América Latina. ¿Se trata allí igual que en España a la lengua?

-No allí se mima mucho y hablan un lenguaje más puro. Comiendo el pasado año con un etimólogo de Uruguay en un restaurante pregunté por los servicios y no me entendían. Dije entonces a los lavabos y me dijo mi amigo pregúntale por el baño, y ese término sí lo comprendieron porque procede del latín.

-Durante 40 años ha sido editor en España y ahora va a formar a personas que quieren comenzar en el gremio. ¿Cómo ve el sector ahora desde fuera?

-Lo veo con falta de ilusión y es lo peor. Yo en mi vida laboral era muy perfeccionista porque lo primero que puedes hacer por los demás es respetarte a ti mismo. Ahora veo que es más un lugar donde ganarse un sueldo, me falta entusiasmo.

-Grandes libros de la literatura del siglo XX fueron rechazados por los editores. La autoedición representa un fenómeno en auge.

-Eso significa que no ha habido nadie que los ha corregido ni los ha controlado. Hay libros que son buenos y otros que lo son porque ha habido un editor que ha orientado. En autoedición hay de todo. Hay muchos más escritores que lectores. Cada día se publican en España 200 títulos, se publican demasiados y un editor tiene que seleccionar solo los que son buenos. En España hay más libros de poesía que poetas. España oscila entre el cuatro y quinto país en libros publicados, lo que no se corresponde con los volúmenes leídos. Lo que tenemos que hacer es publicar menos libros pero mejores y que los asesores culturales y profesores sepan aconsejar qué libros hay que leer.

-¿Y cómo se conduce a la lectura?

-Soy miembros de una Asociación de Amigos del Quijote en Barcelona, donde resido, y me topé con una persona que nunca lo había leído y le dije que me daba envidia porque podía descubrir ese libro apasionante. Esa persona de inmediato quiso leerlo.

-¿Qué opina de las versiones aligeradas del Quijote que se han publicado?

-Están bien. Cervantes usaba muchas más palabras que las que conocíamos ahora. Lo bueno es transmitir la pasión por la lectura.

-¿Miguel de Cervantes era de Sanabria?

-No está demostrado pero la teoría que defiende Leandro Rodríguez la apoyo como hipótesis de trabajo.