El alpinista César Pérez de Tudela cuenta ya con una cumbre más, la publicación de sus memorias en el libro "Al filo de la escalada" (Almuzara), que ayer presentó en el Club de LA OPINIÓN-EL CORREO. Páginas de peligros y experiencias que se resumen en una realidad: "He ganado la batalla al miedo y estoy orgulloso". La colección de vivencias promete, sobre todo a hora que llega el Día del Libro.

-¿Se ha divertido escribiendo sus memorias?

-Me he divertido. Cuando me propusieron escribir mis memorias, dije ¡vaya rollo! Luego empecé a escribir y, poco a poco, recordando sucesos, aquello cobraba cada vez más interés?

-Cuéntenos alguno de los que más le hayan sorprendido.

-Me han impresionado los peligros que he vivido. Cada vez que pienso que me metí en la pared norte del Eiger, la más grave de la Tierra, o cómo me descolgaron en la cara oeste del Naranjo para el rescate de Ortiz con una cuerda vieja mía empalmada rozando las aristas de caliza?

-¿El miedo se supera con las experiencias?

-A medida que surgen capítulos, te das cuenta de los que es la vida. El miedo me ha atenazado y estoy satisfecho de haberlo vencido. El miedo te avisa, piensas en tu familia y en cómo solucionar ese problema.

-¿Alguna vez pensó que no salía adelante?

-Muchas. Mi vida está llena de esas situaciones, retos que he tenido que superar.

-¿Usted es el deportista español que más montañas ha escalado?

-Sí, repartidas por toda la Tierra. Ahora se han puesto de moda los "ochomilistas", que coleccionan cumbres de ocho mil metros. Los "ochomiles" no tienen nada que ver con el alpinismo, son un subgénero. La primera vez que fui al Everest, era una montaña nueva y allí murieron tres compañeros. Ahora sales de la tienda de campaña y ya tienes cuerdas hasta la cumbre.

-¿Se han perdido los montañeros de ahora mucho de lo que usted descubrió hace décadas?

-Los alpinistas de verdad pueden hacer eso alguna vez, pero normalmente escalan otras.

-Las tragedias que ha vivido, ¿no le han hecho desistir?

-A algunos se les mata el hermano o el amigo y dicen "adiós muy buenas". Otros aguantamos. Si echo la vista atrás, veo que han muerto muchos que habían hecho menos oposiciones que yo en esto.

-¿La suerte cuenta?

-Sí. Yo he podido hacerme rico ocho veces y no lo he conseguido. En cambio, aquí estoy, vivo de milagro.

-Ha participado en rescates de situaciones muy trágicas, como el accidente del camping de Los Alfaques, en Tarragona, en 1978. ¿Cómo recuerda aquello?

-Fui fundador de la dirección general de Protección Civil, donde diseñaba cursos para bomberos y gestionaba la comunicación. Los Alfaques fue tremendo, igual que la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. También participé en el gabinete de crisis de las inundaciones de Levante y del País Vasco.

-Usted que también es periodista, ¿cómo cree que debe informarse de las situaciones de tragedia?

-En el libro cuento un suceso en los Picos de Europa. Dos chicos se mataron y los cuerpos quedaron en la Peña Olvidada, a 200 metros del suelo. La Guardia Civil se enteró de que estaba por allí y me llamaron. Escalé hasta que logré recuperar el cuerpo, destrozado. Yo era reportero, pero al mismo tiempo un ser humano ante una desgracia tremenda. A mí no me interesa el periodismo desnudo, sino el ético, de categoría humana. Ni la carnaza ni la sangre.

-Usted conoce bien Ecuador, ¿qué sintió este sábado cuando allí tembló la Tierra?

-Allí hice el primer descenso del volcán Cotopaxi y he subido las montañas más altas. Los terremotos en países donde las casas están mal construidas tienen unas consecuencias terribles. Así ocurrió en Haití.

-Usted, que tiene una relación tan estrecha con la naturaleza, ¿qué opina del conflicto entre ganaderos y ecologistas por el lobo?

-Los ganaderos se han hecho muy cómodos, no cuidan el ganado. Y algunos piensan en el expediente y que lo que cobran puede compensarles. Yo pienso que todo lo vivo tiene derecho a vivir. El que es más fiero mata al más débil. No se puede arreglar. Estoy con mi amigo Félix Rodríguez de la Fuente, con quien compartí algunos programas. Y tampoco hay tanto lobo, pero sí mucha leyenda.

-¿Cuál es la imagen más bella que recuerda de sus expediciones?

-Tierra de Fuego, al sur de la Patagonia, en América del Sur. Son cumbres bajitas, pero de una belleza única. La Cordillera Blanca de Perú también es bellísima?

-Y ahora que llega el Día del Libro, ¿cuál es su recomendación?

-Yo recomiendo los míos. Estoy harto de grandes escritores que no dicen nada. No necesito libros que me distraigan, para eso hago otras cosas. La literatura tiene que levantarme, como el poema. Mis libros levantan, entusiasman.