Durante siglos, la originalidad del cimborrio de Toro y el impacto visual que produce el Pórtico de la Majestad han impedido que se hablara de otras "joyas" en la Colegiata de Santa María la Mayor. Pero? ¿las hay? Sí, rotundamente. Esta es la respuesta (y la apuesta) del joven doctor en Historia del Arte Antonio Ledesma, quien llega a relacionar la puerta norte del edificio con la obra cumbre del románico español, la Portada de la Majestad de Santiago de Compostela. Así lo expuso ayer en la penúltima jornada teórica de la semana del románico del la UNED.

Pero el vínculo no está tanto en la calidad -la Catedral de Santiago de Compostela está un escalón por encima de todo lo demás- sino en la "unidad" y en la iconografía. Para Ledesma, la puerta norte es "una de las obras más sobresalientes del tardorrománico zamorano" que lleva a cuestas el mérito de pertenecer a un monumento -una iglesia mayor- habitualmente comparada con las catedrales de Zamora y Salamanca.

Cuando hace referencia al Pórtico de Santiago, "no hablo apenas del estilo, sino que me refiero a las representaciones en sí mismas", precisa Ledesma. Apunta al Pantocrátor, los 24 ancianos del Apocalipsis o los ángeles, "una serie de recursos" que se completan con la policromía que esta parte lució en origen y de la que hoy solo quedan mínimos restos. A Ledesma le llama la atención esa representación del "fin de los días, el Apocalipsis" que se completan con elementos singulares como el sol y la luna, también presentes en Compostela.

Y si las esculturas de las arquivoltas miran al cielo, los capiteles -la parte inferior- son encarnados por "hombres enfrentados a seres teriomórficos (con características animales) y escenas del Nuevo Testamento relativas a la infancia de Jesús, es decir, con un marcado carácter terrestre", apunta el investigador en su trabajo. La tierra, el cielo... todo un compendio filosófico relatado en la piedra que, hasta la fecha, ha pasado desapercibido, oculto bajo el brillo de Santa María la Mayor.

El historiador, cuya tesis está centrada en la escultura de la Catedral Vieja de Salamanca, reconoce, no obstante, que "la parte inferior está muy deteriorada" si bien "la calidad de algunas arquivoltas es extraordinaria". En la cumbre, detalles como el escabel de cada anciano o la representación del Salvador, la Virgen y San Juan, "la joya de la corona". La comparación de este elemento con otros semejantes -como la iglesia de San Miguel de Estella, en Navarra- ha permitido al historiador salmantino plantear una hipótesis sobre las imágenes que pudieron perdidas: el anuncio del ángel a los pastores y Cristo, rodeado del buey y la mula. Detrás de la obra "existe una sólida base intelectual", añade el experto salmantino.

Más allá de la portada norte, de las figuras de la Majestad o del enorme tambor inacabado de la Colegiata, Santa María la Mayor supone un "ejemplo único" en todo el país en la época. Porque Toro supo levantar, prácticamente, una catedral a la que solo le falta el claustro. Y eso es motivo más que suficiente para que los toresanos se sientan orgullosos de su pasado.

La inminente celebración de Aqva -la muestra de Las Edades del Hombre que se estrenará en menos de tres semanas-, convendrá a aplicar el foco, no tanto en lo que ya se ha visto, sino en lo que siempre fue perceptible pero pasó inadvertido a los ojos de la mayoría.