Antonio Martín Alén se apresta, si algún voluntario no lo remedia presentando su candidatura, a repetir como presidente de la Cofradía del Cristo de Valderrey, cargo en el que lleva camino de seguir la estela de su padre y su abuelo, también dirigentes longevos de la misma hermandad.

El arreglo de la carretera, que no sólo da servicio a la ermita sino, sobre todo, es el acceso del resto del caserío y fincas de Valderrey, es una reivindicación conjunta de cofradía y vecinos de la zona. Al parecer, la empresa que construye las obras del AVE asfaltará el tramo cuando finalicen los trabajos, ya que el paso de maquinaria pesada ha deteriorado aún más el firme de una carretera que presenta un lamentable estado, repleta de baches.

No obstante, no era ayer jornada para excesivas reivindicaciones, sino para disfrutar de la fiesta. Y esa estaba, sobre todo, en la pradera, donde no faltaron grupos familiares y de amigos con las viandas dispuestas, a pesar de que la climatología no hacía demasiado agradable la estancia en el lugar.

No faltaron tampoco los zamoranos que se acercaron, sobre todo a última hora de la mañana, cuando el sol parecía dar una tregua, hasta la ermita para tomarse un vino y dar una vuelta por unos campos de un espectacular y magnífico verde.

Son las casetas de los barrios las más concurridas. Más experiencia tiene la de San José Obrero, que es habitual en la cita, y que busca con su presencia conseguir algunos fondos con los que sufragar los gastos de las fiestas patronales, en torno al 1 de mayo. Los voluntarios trabajan de lo lindo para ofrecer un buen surtido de tapas a los romeros. Y también tenía tirón la caseta de Pinilla, nueva en la romería, también atendida por un nutrido grupo de voluntarios y que pretende también sacar algunos fondos para las fiestas y actividades de la asociación. Sangría, vino, cerveza, tortilla o montaditos son los reyes de las casetas en la cita romera de Valderrey.