Tan solo cuatro meses después de los atentados en las calles de París, el terror ha vuelto a apoderarse de otra ciudad europea, esta vez Bruselas. Dos zamoranas residentes en la capital belga, Susana Fuertes Blanco y Vanesa Chao Malillos han vivido en primera persona estos nuevos atentados. La primera desde su oficina de la Comisión Europea, la segunda en su casa del barrio de Molenbeek, donde el pasado viernes se detuvo a Salah Abdesalam por los sucesos en la capital francesa. "No parece real todo lo que está pasando. Por desgracia, tendremos que aprender a vivir con el miedo", lamenta.

En Bruselas desde septiembre de 2013, Susana Fuertes, con raíces zamoranas, ya que su madre nació en Quiruelas de Vidriales, suele ir a trabajar todos los días a uno de los edificios de la Comisión Europea en bicicleta, pero precisamente ayer cogió el tranvía cuando dejó a sus hijas en el colegio. "Cuando bajé para seguir en metro, me enteré de lo que había pasado en el aeropuerto y mi primera reacción fue ir andando el resto del trayecto", recuerda. Poco después de salir de la estación de metro y llegar al trabajo, las bombas volvían a sacudir Bruselas, muy cerca de donde ella estaba y justamente en la hora punta, el momento cuando más gente entra a trabajar.

"Estamos recibiendo mensajes y correos electrónicos sobre las pautas de seguridad que debemos seguir dentro de la Comisión Europea. Todas las reuniones se han cancelado, los garajes están cerrados, no se pueden recibir visitas y se aconseja que no salgamos del edificio", relata desde su oficina mientras sigue atenta a cualquier novedad, tanto desde la ventana de su despacho como desde la web de informativos RTL Info, que retransmite minuto a minuto lo que está ocurriendo a escasos metros.

"Se ve mucha policía y servicios sanitarios por la calle para atender a los heridos", describe. La presencia de militares se ha multiplicado también, debido a que en la zona hay muchos organismos oficiales, pero eso es algo con lo que conviven desde el pasado mes de noviembre, tras los atentados en París. "Al principio era bastante chocante pero nos hemos acostumbrado hasta a ver algún tanque por la calle y mis hijas ya han dejado de preguntar por ellos", señala.

Por desgracia, no es esta la primera vez que vive la experiencia de una tragedia de estas características. Tras estar en Madrid en el fatídico 11-M, también residía en El Cairo durante la denominada revolución egipcia de comienzos de 2011. "La sensación es igual de desagradable. Esperar que tus compañeros de trabajo lleguen sanos y salvos, localizar a aquellos que todavía no han venido para sugerirles que se queden sus casas. Hasta que compruebas que todo el mundo que conoces está bien, no te quedas tranquila", subraya. Mientras tanto, su marido está en otro edificio de la Comisión Europea, donde también trabaja. "Nos separa precisamente la estación de metro de Maelbeek", donde han ocurrido los atentados.

"Hemos tenido mucha suerte", reconoce. De hecho, toda la familia podría haber estado a esas horas en el aeropuerto de Zaventem para sus vacaciones en España "pero no encontramos vuelo directo", así que tienen billetes para hoy "que seguramente perdamos", admite. "Tras la huelga de controladores aéreos en Francia, había muchos vuelos cancelados desde el domingo y por eso había tanta gente hoy en el aeropuerto para coger un avión. Además, aquí sobre todo entran y salen vuelos europeos", explica.

De todas maneras, se muestra más preocupada por la situación en el metro que en el aeropuerto. "Allí seguramente se necesitará más ayuda, porque se convierte en un embudo y habrá mucha gente en el vagón donde han sido las explosiones", valora.

Por su parte, Vanesa Chao Malillos, cuya madre es de Andavías, se encontraba de vacaciones estos días "pero la tragedia ha ocurrido en la estación de metro que cojo todos los días a esa misma hora para ir la trabajo", apunta. Por ese motivo, se enteró de los atentados a través de las redes sociales. Pocas horas después de la noticia todavía se sentía "agobiada y aterrorizada".

Por suerte, nadie de su entorno ha resultado herido. "Me enteré de que mi tía estaba en el metro siguiente al que sufrió el atentado y fue evacuada una parada antes". Afortunadamente, sin mayores problemas. "El país está paralizado", asegura, ya que al estar en alerta, "todo está cerrado, desde colegios hasta tiendas".

Una situación que Susana Fuertes considera lo más adecuado. "Es lo que se debe hacer para que el caos no vaya a más", apunta. "Ahora será el momento de que la policía actúe y se comience con las redadas y las detenciones", augura para terminar.