Le cuesta hablar. Le duele su historia. Una historia que dura ya cinco años. Cinco años de "insultos y amenazas", de un túnel oscuro en el que esta "harta" de vivir. Ella es... pongamos que "Laura", una víctima zamorana de violencia de género y sin recursos que suplica "ayuda" a las instituciones y un trabajo a la sociedad, como tantos otros desempleados de la provincia: "Necesito ayuda, quiero una vida digna para mí y, sobre todo, para mis dos hijos". Habla de dos niños de quince y seis años. El mayor tiene una minusvalía del 37% y la pequeña padece migrañas, fotofobia y sonofobia. La niña le abraza cada vez que "Laura" llora durante la entrevista. Le seca las lágrimas. No entiende del todo la gravedad de la situación y se dedica a pintar en un folio en blanco una vida a colores mientras su madre se expresa.

La pesadilla de "Laura" tuvo un punto inflexión hace cinco años, cuando decidió separarse de su marido porque "con él no podía vivir". Su hijo mayor, el que más vivió el episodio, "todavía me recuerda cómo su padre me ponía un cuchillo en el cuello". A pesar de las más de 15 denuncias acumuladas, "trabajos comunitarios es lo único a lo que le han condenado, es indignante". Ni siquiera acierta a encontrar una causa sobre el por qué volvía con su exmarido una y otra vez pese a las peleas: "Te ves sin nada y vuelves con él".

La mujer, una víctima más entre las miles que han sufrido violencia de género, trata de recuperar su vida, "pero no puedo hacerlo sin recursos económicos", explica. Según cuenta, su expareja le adeuda más de 3.000 euros solo del último año "y no tengo ningún tipo de ingreso, solo la pensión de mi exmarido que recibo cuando él quiere y la cantidad que a él le viene bien". Vive gracias a su pareja actual y eso le hace sentir mal: "¿Tú sabes lo que es no poder ingresar ni un duro en casa, no poder pagar nunca la compra y no poder ni darle a tus hijos una bolsa de gusanitos porque tienes el monedero vacío?".

Encontrar un trabajo es su meta en este momento. Sin embargo, reconoce que sus circunstancias son especiales, ya que "no tengo ayuda con los niños y solo podría trabajar a media jornada por la mañana". Comenzó el curso de Artes Gráficas en la Escuela de Artes de la capital, pero también se vio obligada a aparcarlo porque "me quedé sin ordenador y sin este utensilio no podía sacar las cosas".

La joven, de 33 años, recibe asistencia psicológica por depresión y ansiedad crónica. Está obligada a solicitar ayuda de la parroquia de La Alberca, donde le ofrecen algunas de sus necesidades básicas que le ayudan a mitigar su día a día. Sin embargo, asegura que ha acudido a Cáritas "hasta en tres ocasiones y me remiten a mi parroquia".

Ayer Zamora y provincia celebraron también el Día Internacional de la Mujer, donde todas las instituciones reivindicaron la defensa de las féminas, la igualdad de géneros y medidas para conciliar vida laboral y familiar. Un 8 de marzo que para "Laura" no son más que un número y un mes vacíos porque su lucha personal no tiene fecha en el calendario. Pese a todo, lanza un mensaje de esperanza: "Hay salida para todo en esta vida. Solo deseo que este infierno pase pronto".