"Sé casto, pero si no lo fueras prevente contra el contagio y si enfermas trátate como un enfermo". Era el lema de la lucha antivenérea, uno de los programas a los que la Inspección Provincial de Sanidad daba mucha importancia en el primer tercio del siglo XX, según figura en la memoria de 1930 que firmaba su responsable, Medardo Rivera Caño. En el documento relata cómo hasta ese momento el servicio antivenéreo estaba reducido al "tratamiento deambulatorio de la prostitución y aunque el esfuerzo personal llevado a cabo con muy reducidos medios hizo que el número de contagios fuera escaso se tenían desatendidos servicios tan importantes como era el tratamiento de hombres y la hospitalización y aislamiento consiguiente de las personas contagiantes, por lo que resultaba imposible la organización de esta lucha ajustándose al concepto moderno y siquiera aproximarse a él".

El informe destaca la conveniencia del uso del preservativo, aunque se aborda con un circunloquio y se habla de la "importancia social que tiene la profilaxia en esta clase de enfermedades y de cuya prevención se habla ya con un criterio amplio en todo el mundo como el medio más radicar de defenderse contra las mismas". Por eso se crea un dispensario que "es ya una realidad y su inauguración se hará muy en breve".

Mediante una campaña de "economía de gastos" de la Junta Provincial de Sanidad "reunimos las primeras pesetas", la Diputación cedió el terreno en la plaza de San Esteban "lugar estratégico para este fin por su proximidad al centro de la población y al mismo tiempo al barrio más poblado de prostíbulos y en condiciones por su extensión de poderle dotas de dos entradas independientes, una para hombres y otra para mujeres, y de un pequeño jardín de extensión de internado".

Y describe el edificio. "Lleva en la planta baja dos salas de espera para la separación por sexos, con entradas independientes, un despacho, sala de curas, laboratorios y salas de bidets. En el primer piso va el comedor, cocina, enfermería para mujeres y otra pequeña para hombres además de una pequeña habitación para enfermera y retrete. Puede así establecerse en él además del servicio de higiene de la prostitución, el de tratamiento para hombres, quedando la parte superior del edificio destinada a sifilocomio para el internado de enfermas que así lo requieran, con lo que se contribuirá también a descongestionar el primer centro de hospitalización provincial, suprimiendo en él la necesidad de dotarse de una sala especial para esta clase de enfermos".

El informe contiene datos de la actividad del dispensario antivenéreo que venía funcionando hasta entonces, que había realizado 2.091 reconocimientos y administrado 626 inyecciones de aresnicales, blamúticos o mercuriales entre otras, y examinado 101 sueros por las reacciones de Wasserman, Hecht y Kahn. Los enfermos nuevos asistidos en la consulta pública fueron 72. Y fueron dadas de baja de la matrícula de prostitutas a 54 mujeres: 14 por padecer blenorragia y complicaciones, siete por sarna, cuatro por chancro blando, cinco por sífilis activa, otras 25 por sífilis latente y una por embarazo.

También muestra las gráficas del avance en la lucha antivenérea del último año. Así refleja que "el servicio de vigilancia de la prostitución apenas tiene otro aumento que el debido al mayor número de mujeres matriculadas por el paulatino pero constante crecimiento de la población, en mucha parte debido a las obras importantes que se realizan y el consiguiente aumento de la población obrera". En cambio "los servicios de serología y tratamientos han tenido un gran aumento, indicador de lo que ha progresado la asistencia social a los enfermos venéreos".

Claro que la memoria tenía también su aspecto de rendición de cuentas. "Estas gráficas comparadas y las fotografías que acompañan dicen de modo bien elocuente los frutos que rinden a la Junta Provincial de Sanidad y excelentísimos Ayuntamiento y Diputación Provincial las subvenciones y auxilios que otorgan a tan importante rama de la Sanidad como es la lucha antivenérea".