El director del Festival Pórtico de Zamora explica los orígenes de la iniciativa cultural más internacional de la ciudad. "Zamora es una mina cultural, solo hay que saber explotarla", reflexiona. De ahí que, además de presentar la decimocuarta edición que se celebra los días 4, 5 y 6 de marzo en la iglesia de San Cipriano, Alberto Martín hable de la filosofía del ciclo y del porqué de su vinculación personal con una idea de estas características que camina ya hacia los tres lustros.

-¿Cómo nació el Pórtico de Zamora?

-El Pórtico de Semana Santa ya existía y lo gestionaba la Junta de Cofradías. En aquel tiempo, yo era miembro del consejo rector como viceabad del Espíritu Santo en la etapa de Carlos Alberto Riego. En el año 2002 surgió la idea de darle una mayor proyección a esta iniciativa.

-¿Hasta ese momento qué era el Pórtico de Semana Santa?

-Eran unos conciertos previos a la Pasión sin mayor pretensión que la de organizar unos actos culturales. Se pensó en coger todo eso y reconvertirlo en un festival que tuviera un punto de calidad en las actuaciones y que sirviera de atractivo como reclamo cultural, no solo para la Semana Santa, sino también para la ciudad. En 2003 llegó la primera edición. El primer año ya se programó The Tallis Scholars y Jordi Savall, lo que da idea del nivel que tenía desde el principio. La filosofía del festival exigía que debía tener vida propia, al margen del funcionamiento del consejo rector. Por eso se desligó de la Semana Santa, manteniéndose en el calendario como actividad previa.

-¿Siempre en San Cipriano?

-El Pórtico se ha mantenido fiel a sí mismo desde el principio. Sabíamos que el escenario tenía que ser San Cipriano, porque tenía una serie de cualidades perfectas para lo que queríamos hacer. Y arquitectónicamente nos servía para ofrecer el románico como un atractivo cultural para la gente de fuera. Tampoco tenía un horario de cultos y permitía una colaboración estrecha con el Obispado de Zamora y la parroquia de San Ildefonso. El Episcopado y Benito Peláez nos dieron todas las facilidades para poner en marcha el ciclo. Otro de los elementos originales fue el "envoltorio" que debía llevar el festival: una imagen concreta, una iluminación especial? aspectos que se fueron fraguando entre el primer y segundo año. Además, apostamos por un aforo numerado para facilitar el acceso.

-¿Dónde arranca su pasión por la música?

-He sido un aficionado a la música desde siempre, desde niño. He participado en coros de Zamora, una ciudad donde hay una afición coral seguramente superior a otras ciudades. Canté muchos años en San Ildefonso, antes lo había hecho en formaciones ligadas a las ceremonias de la Catedral? Por eso tuve muy cercano ese ambiente.

-Y hace pocos días, se doctoró con una tesis titulada "El paisaje sonoro de Zamora en la Edad Moderna"?

-Tengo la licenciatura de Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca, especialidad en Historia Medieval. Con el tiempo, la devoción me llevó a realizar la licenciatura en Historia y Ciencias de la Música. Esta formación me permitió evolucionar mucho en los gustos musicales. La tesis se basa en que el fenómeno musical va más allá de la partitura. Yo no he analizado textos musicales, sino que he intentado ir más allá, una reivindicación de la nueva musicología de los años ochenta. En el trabajo he estudiado el "performance" o la puesta en escena. Es algo que valoré mucho cuando hicimos la reconstrucción del ceremonial de Juan García de Salazar en San Cipriano. Una obra religiosa del siglo XVII puede ser muy buena, pero cobra verdadero sentido cuando intentas aproximarte a la función con los criterios y circunstancias de la comunidad para la que fue creada.

-La puesta en escena de "In dominica palmarum" pone en evidencia que esos ceremoniales de la Catedral no se han mantenido hasta la actualidad?

-Porque la liturgia ha cambiado mucho. No es lo mismo lo que se hace antes del Concilio Vaticano II o en Trento que lo de ahora. Siempre pongo un ejemplo que está reflejado en mi tesis. Reproduje el Miserere del Yacente en la presentación. El paisaje sonoro es el conjunto de elementos que percibe una comunidad. En el caso del Miserere, ¿realmente importa la partitura que hizo el padre Alcácer? Si se lo preguntamos a la gente que se da cita en la plaza de Viriato, no lo saben y es lo bueno. Se ha hecho de suya, de la tierra. Lo importante es la interpretación. Para el que viene de Salamanca es una obra sencilla que cobra sentido en un momento concreto con una escenificación específica.

-¿Cuándo comienza a cobrar forma la edición "Palabras" que vamos a vivir a principios de marzo?

-Las ediciones superan el año de preparación. 2017 ya está hecho. Cuando tratas con este tipo de artistas, sus agendas son muy complejas. El festival no es una temporada, sino que tiene unas fechas fijas, la primera o segunda semana previa a la Semana Santa. El festival siempre ha tenido un carácter extraordinario, como en un festival de cine: no ves siempre las mismas películas. Siempre apostamos por hacer las cuarenta horas, la gacetilla del capón? producción propia, novedades que estaban relacionadas históricamente con Zamora. Las limitaciones económicas hacen que eso sea más difícil ahora.

-¿Cuál es el objetivo de la decimocuarta edición del Pórtico?

-El ciclo no tiene un tema cerrado. El crítico Juan Ángel Vela del Campo entendió muy bien la filosofía del festival. Dijo que el Pórtico no tenía lemas, sino focos de estímulo. Aquello me encantó. Son "focos de estímulo", como la propia imagen de la actividad que dejan al espectador una parte de la interpretación. En este caso, es una máquina expendedora de palabras típica de las ferias, como la que aparece en la película "Big" de Tom Hanks. Cuando hablas de Monteverdi, una de sus peculiaridades fue su capacidad para exprimir al máximo la retórica y la expresividad del texto. Es decir, que el texto debía tener su importancia en esta edición igual que la tienen los pergaminos musicales desde un punto de vista litúrgico.

-Háblenos de los intérpretes respetando su aparición en el calendario del 4, 5 y 6 de marzo.

-El primer concierto corresponde a Forma Antiqva, que visitó Zamora en 2008. En este caso con el título "Crudo amor" para hacer Agostino Steffani, un compositor polifacético, religioso, diplomático, espía? que llegó a ser cardenal. Compone mucha música que se ha puesto muy de moda con los trabajos de Cecilia Bartoli. Vienen a interpretar unas cantatas de cámara con el contratenor español con mayor proyección internacional, Carlos Mena, que estuvo en las primeras ediciones del festival. Lo acompaña la soprano María Eugenia Boix

-¿Cómo arranca el sábado?

-El sábado por la mañana tenemos a Xavier Díaz, muy conocido por su carrera como solista y mano derecha de Jordi Savall. Por la tarde, disfrutaremos de Les Arts Florissants, uno de los grupos míticos de la música antigua, dirigido por William Christie, aunque en determinados proyectos como el que se va a llevar a cabo en Zamora, es Paul Agnew. Se metieron hace poco en la tarea de grabar la integral de los cuadernos de Claudio Monteverdi. Lo que hacemos es una selección de los tres primeros, la etapa de juventud del autor. Este años tendremos la oportunidad de asistir a la charla de Paul Agnew en la charla previa al concierto, que el pasado año se hizo con el tenor Mark Padmore. La dirigirá, como entonces, Pablo Rodríguez, crítico musical zamorano de prestigio. Por la noche, nos visita uno de los grandes, Christophe Rousset. Es clavecinista que viene en su faceta de solista, pero es famoso por ser director de un grupo francés muy conocido, llamado Les talents lyriques.

-El Pórtico de Zamora se despide el domingo con un proyecto muy interesante?

-Materializar un proyecto al que llevábamos tiempo dándole vueltas. Hace años surgió la idea que comentamos con el entonces director del Archivo Histórico Provincial, Florián Ferrero, el que mejor conocía la procedencia de una serie de pergaminos?

-Pergaminos utilizados para forrar libros. Curioso, ¿no?

-Las grandes canteras de pergaminos eran los cantorales de los monasterios, por el desuso de la liturgia.

-Igual que con las piedras, entonces?

-Pero en este caso por desuso, por cambio. Cuando entra el breviario de Pío V, que cambia todos los cantorales, todo eso se vende. Quienes primero los adquirían eran los notarios, que utilizaban como cubiertas de sus protocolos. Hay muchísimos ejemplos.

-Supongo que el trabajo ha consistido en casarlos?

-Es un trabajo muy complejo porque se trata de fragmentos. Han sido estudiados por varias personas. En un momento dado, David Catalunya se interesa por estas piezas y se traslada aquí y pide permiso para estudiarlos y consultarlos. Él dirige un grupo que se llama Tasto Solo que dirige Guillermo Pérez. Se dieron cuenta de que había unas correspondencias muy interesantes con el Códice de Las Huelgas. Vieron que el orden correspondía y eso les ayudó a terminar de entender ese texto. La oportunidad es escuchar por primera vez en concierto unos fragmentos del siglo XIV que formaban parte de libros notariales.

-La recuperación del apoyo del Ayuntamiento desde el pasado año da la razón a la categoría del festival.

-El festival nunca tuvo ninguna pretensión que no fuera la de ofrecer una actividad a la ciudad. Sirve de tarjeta de presentación cultural para Zamora. Tenemos gente fija que viene todos los años de fuera que te lo dicen. Ahora los músicos saben dónde está esta tierra. El ciclo les ha valido para conocer el entorno histórico.

-Antonio Moral ha dicho que Zamora necesita más ciclos como este a lo largo del año, ¿cree que hay fechas y posibles impulsores de ese tipo de conciertos?

-Sí se puede. Desde hace tres años, el Cabildo de la Catedral organiza el Domo Musical con el fin de dar a conocer, acercar, el templo mayor de la ciudad a la gente. No estamos inventando nada. Los festivales y las actividades culturales funcionan. Zamora debe apostar por ello. Tiene un potencial que ni nosotros mismos somos capaces de aprovecharlo porque esta tierra culturalmente es una mina. Lo que ocurre es que hay que explotarla.

-¿Qué espera de la decimocuarta edición?

-Lo único que espero siempre que la gente disfrute. La frase que más me ha sorprendido en 14 años fue de una señora mayor que, al terminar el concierto, se dirigió a mí y me dijo: Gracias por hacerme feliz. Esa es la mayor satisfacción. Disfrutar y ayudar a que la gente venga a Zamora.