El zamorano Alejandro Hernández es una de las personas que se ha desplazado a Grecia, a la isla de Samos, para ayudar a los refugiados que llegan a las costas helenas huyendo de la guerra de Siria. Ayer contó sus vivencias.

-¿Cómo ha sido lo de integrarse en el operativo humanitario de apoyo a los refugiados?

-Cruz Roja tiene equipos de asistencia en emergencias (ERU), especializados en diferentes áreas, en mi caso telecomunicaciones. Recibimos una petición de ayuda de Cruz Roja helena para atender a los refugiados de la isla de Samos. Y dentro de esta misión sanitaria se establece la necesidad de generar un sistema de información donde poder recoger los datos de los refugiados que iba llegando a las costas, sobre todo para optimizar los recursos de traducción y asistencia sanitaria y llegar al mayor número de gente posible con unos recursos muy escasos.

-¿Es su primera misión?

-Llevo muchos años formándome y preparándome, pero ha sido mi primera misión sobre el terreno.

-¿Qué labor desarrolló?

-Vas con la idea de hacer un trabajo de ordenadores, emisoras de radio o programación. Pero también me tocó hacer otras cosas. Por ejemplo, para reconstruir una de las casetas que utilizábamos como clínica que se nos vino encima de la tienda de campaña que servía para atender a los niños.

-¿Vuelve satisfecho?

-Ha sido una experiencia muy satisfactoria. A nadie nos gusta esta situación, pero es cierto que tienes la oportunidad de ayudar a la gente, de recibir sonrisas, abrazos y lágrimas de personas que realmente agradecen los minutos que pasas con ellos. A veces lo único que necesitaban es alguien amigo con quien hablar. Y es un orgullo ver el prestigio que tienen la Cruz Roja y la Media Luna Roja entre tantas agencias de ayuda como hay, porque la gente venía directo a nosotros en cuanto nos veía.

-¿Tenían buenas condiciones de trabajo?

-Desde que he vuelto de Grecia no permito que nadie se queje de las condiciones de la oficina. Ni tengo ordenadores último modelo ni mesas de diseño, pero cuanto he tenido que trabajar en Grecia aprecio muy bien las condiciones que tenemos en España.

-¿Qué está pasando en las costas griegas?

-Que hay un conflicto armado en Siria y con un principio recogido en la Carta de Derechos Humanos, el derecho a la vida. Esa gente sale de su casa buscando proteger su vida. No buscan una vida mejor porque ellos estaban bien en su país hasta que dejó de ser habitable. Van buscando un lugar donde poder continuar su vida. Escogen Europa porque ha habido emigraciones anteriores y tienen vínculos familiares. Lo que tenemos es una crisis migratoria, que tiene carácter de refugiados por la guerra.

-¿Se está haciendo tapón de refugiados en Grecia?

-No, se va dando salida poco a poco; hay estancias de entre dos o tres días y algunas semanas porque depende mucho del estado del mar. Dese cuenta que llegan a una isla y tienen que continuar hacia el continente.

-¿Cuál ha sido su labor exacta?

-Establecer una red de comunicaciones para poder dar soporte a los teléfonos que tienen los refugiados, una red wifi, hasta que nos tomó el relevo Acnur. Con esa red los refugiados podían contactar con sus familiares para que supieran que estaban bien. Una segunda parte de la misión fue hacer una base con datos sanitarios y personales protegidos y generar unas tarjetas con un código de barras . Con esa tarjeta pueden recibir ayuda de diferentes delegaciones de Cruz Roja en su tránsito hasta su destino definitivo. Lo último que hicimos con esa tarjeta establecer la distribución de productos de primera necesidad, como mantas, kits de higiene, etcétera, con la posibilidad de que no cogieran todo en la isla de Samos, sino también en otros puntos.

-¿Llegan en barcos?

-Llamar barco a eso es ofender a los navieros. Eran elementos flotantes.

-¿En qué condiciones llega la gente?, porque llegan imágenes incluso de ahogados.

-Hay de todo. Tuve la suerte de no tener que enfrentarme a esas situaciones. Tenemos compañeros de otras agencias, incluso me consta gente de Zamora, que estaba recibiéndolos a pie de playa. En un segundo momento, cuando la vida está salvada viene todo lo demás. Por ejemplo, cuando me levantaba por la mañana estaba aterido de frío y veía refugiados mojados. La gente llega cansada, preocupada, porque los núcleos familiares están divididos y con frío. Pero no es gente pidiendo limosna, sino que participa de su propia ayuda.

-¿A cuánta gente llegó a ayudar?

-Estimamos que entre 2.500 y 3.000 personas, aunque es difícil de precisar.

-¿Repetiría?

-Encantado, aunque tengo mi trabajo aquí y dependo de la disponibilidad. Aquí en Zamora tenemos otras dos personas ERU, de equipos de respuesta en emergencias, además de mi, de las especialidades de logística y psicosocial. Cualquiera de los dos podría ir, y yo en cuanto salga otra misión y me lo permitan, vuelvo.