El intérprete Jaroslaw Bielski es el responsable de la dirección, traducción, iluminación y escenografía de la obra "El jardín de los cerezos" de Chéjov que esta tarde representa Réplica Teatro en el Principal.

-La última vez que la compañía pisó el teatro de la ciudad fue con otro texto de Chéjov, "La gaviota". Ahora regresa con otro montaje de ese mismo autor.

-Chéjov es un autor fascinante. "La gaviota" fue nuestro primer encuentro y fue el inicio de una serie de montajes que tratan del retorno al pasado. "El jardín de los cerezos" habla sobre el retorno a casa tras cinco años de estar en París. Es una mezcla de recuerdos en los que no se ve la realidad porque se vive anclado en el pasado cuando la realidad está cambiando. Es una obra totalmente atemporal y muy propia en estos tiempos en los que mucha gente vive de espalda a la realidad y no ven los cambios que se están produciendo en la sociedad. Es una obra con la que el público se puede identificar plenamente porque habla de las personas que viven una situación de inseguridad y de pérdida de valores.

-En este montaje solo le falta salir a la escena.

-Sí, (risas). Yo concibo el espectáculo desde la idea inicial, la adaptación, la traducción, la dirección y el espacio escénico. Cada vez lo hago yo más solo porque cada vez lo tengo más claro. No obstante, para realizar la adaptación he contado con la ayuda de mi hijo, pues hay que hacer más que la traducción. Hemos pretendido que el texto sea comprensible, pero también conservando la esencia de Chéjov.

-¿Qué licencias se han permitido?

-La obra original cuenta con muchos personajes por lo que su representación daría para más de tres horas y media. (Risas). El texto fue escrito hace más de cien años, pero persiste la esencia de la obra. He suprimido los adornos, los detalles costumbristas así como los personajes secundarios y episódicos, pues ahora no se hace así el teatro. Ahora se tiende a la síntesis tanto en el lenguaje como en el ritmo como en los personajes, por lo que con la supresión se consigue una fuerza simbólica mucho mayor.

-Con los mismos actores está preparando "El casamiento" que estrenan la próxima semana.

-Es un texto de Witold Gombrowicz, que vivió 20 años en Argentina y escribió varias obras de teatro de una relevancia significativa. Son prácticamente los mismos actores porque creo que da una estabilidad a la compañía. Además no soy partidario de que para cada obra contratar a actores nuevos. Creo que hay que mantener la estabilidad y crear un repertorio en función de elenco que tenemos bastante amplio porque son profesionales con los que llevo trabajando desde hace bastantes años, lo que nos hace tener un crecimiento artístico.

-Réplica Teatro tiene una trayectoria consolidada pero el presente...

-La situación es compleja. Culturalmente estamos pasando una época muy poco interesante, hemos reducido la competitividad con respecto a otros países. Además, parece ser que los teatreros y los titiriteros somos los culpables de los abusos políticos. La cultura es el sector más castigado. Hay una parte de la política que tiene miedo a la cultura y la verdad ¡no sé por qué! Nos han castigado con la subida del IVA y unas ordenadas que no permiten abrir salas nuevas con distintos tamaños. La sociedad cambia, pero nadie de los poderes políticos quiere darse cuenta y el teatro es el espejo de la sociedad que cambia. Yo muchas veces se lo digo a mis alumnos, hay tanta mentira en la vida que nos rodea que la gente necesita refugiarse en el teatro para ver allí la verdad, huyendo de la realidad que se está convirtiendo en una gran mentira y de la estafa. Es curioso que los actores hablemos de la verdad es un sitio absolutamente falso. En España somos siempre somos los peores, se encarcela a actores cuando hay políticos que engañaron a miles de personas y se han enriquecido de manera ilícita.

-¿Qué opina de la detección de los titiriteros en Madrid?

-Me parece una exageración y una falta de justicia. No se puede hacer esto. Considero que si alguien estima que el espectáculo no es adecuado se le pueda sancionar con una multa o rescindir el contrato, pero de ahí a entrar en la cárcel. Esta situación solo se ha visto en sistemas dictatoriales. Te puede gustar o no gustar su propuesta, pero el meter en la cartel a unas personas que realizan una interpretación... me parece fuera de contexto. Es una broma de muy mal gusto pero es como si se quiera desviar la atención.