Cientos de personas presenciaron ayer el entierro de la sardina y su quema en la Plaza Mayor.

En esta ocasión don Carnal y los suyos animaban en la Plaza a los zamoranos a seguir con la fiesta y la comida, en tanto que doña Cuaresma y su séquito recorrían las calles del centro.

Con una batalla dialéctica entre el bien y el mal con los versos del Arcipreste de Hita adaptados a estos tiempos por Capitonis Durii, encargado de la organización de la actividad, y la quema de la sardina, realizada como su carroza, por Francisco Javier García, concluyó el carnaval.