¿Qué tienen en común el lago de origen glaciar más grande de la Península, la reserva de caza europea con mayor densidad de lobo ibérico o el cañón del Duero fronterizo que alberga especies singulares como la cigüeña negra, el águila real, el alimoche o el buitre leonado?

Todos ellos son paisajes singulares de las comarcas zamoranas limítrofes con Portugal que hasta ahora gozaban por separado de figuras de protección medioambiental. Desde hace siete meses han sumado fuerzas y junto a espacios naturales contiguos de la provincia de Salamanca y de la región Norte de Portugal han constituido la reserva de la biosfera transfronteriza Meseta Ibérica.

El nuevo sello de la Unesco de calidad medioambiental y sostenibilidad turística está liderado por Zamora, que concentra 48 municipios de la Meseta Ibérica, frente a 27 de Salamanca y 12 de Portugal.

Juntos han creado, en el marco de una agrupación europea impulsada por las diputaciones de ambas provincias y por las autoridades locales portuguesas, la que actualmente es la mayor reserva transfronteriza europea.

A sus atractivos paisajísticos se han añadido en los últimos meses nuevos recursos turísticos como el centro del lobo. Enclavado a las afueras de Robledo, un pueblo de apenas cuarenta habitantes, en sus instalaciones se crían en semilibertad ejemplares de la especie a los que los turistas pueden observar en los comederos.

Un contacto directo con la naturaleza y con la fauna que sólo es posible en rincones como el oeste de la provincia de Zamora. Un territorio que históricamente ha permanecido aislado por las condiciones orográficas y que ahora acorta distancias con el resto del país gracias a nuevas infraestructuras como el AVE o el tramo zamorano de la Autovía de la Plata. De esta forma, se acercan al resto de España paisajes singulares en los que perderse para descubrir la más joven de las reservas ibéricas de la biosfera. La última en incluirse en el mapa mundial de la Unesco de los territorios turísticos con ese marchamo de calidad.