La Consejería de Sanidad ampliará la vacunación frente al herpes zóster a las personas diagnosticadas de diabetes mellitus tipos I y II con edades comprendidas entre los 60 y los 69 años, al tiempo que extenderá a este rango de edad a los afectados por EPOC en tratamiento con corticoides inhalados, que ya venían siendo vacunados desde hace un año a las edades de entre 60 y 64 años. De este modo, 4.956 personas configuran la población diana que podrá beneficiarse, de forma voluntaria y gratuita, de este programa, según informa la agencia Ical.

Los cambios, que entran ya en vigor con el inicio de este 2016, se centran en la ampliación tanto de las patologías previas que afectan a las personas a las que se les recomienda esta vacuna, como de la cohorte poblacional, ahora ampliada, en el que distintas sociedades científicas de distintos ámbitos valoran a la vacuna como más efectiva.

De hecho, el herpes zóster tiene en la edad el principal factor de riesgo, al que se une algunas otras enfermedades, especialmente las que afectan al sistema inmune, como sucede con la EPOC y la diabetes. Es más, su incidencia aumentó a un ritmo anual del siete por ciento en Castilla y León en los últimos cinco años, en gran parte por el envejecimiento de la población y las enfermedades crónicas asociadas. En concreto, las tasas han pasado de 355 casos por cada 100.000 habitantes a 487, y la tendencia continúa al alza, debido a que el peso de la población envejecida crece en la comunidad y que patologías que antes provocaban más mortalidad, hoy se cronifican, otro factor de riesgo.

Se estima que una de cada cuatro personas sufrirá a lo largo de su vida un episodio de herpes zóster, ya que el virus varicela-zóster (VVZ) es uno de los más frecuentes en la especie humana (el 95 por ciento de los adultos ha sufrido varicela), y que tras sufrirlo permanece latente para reactivarse en cualquier momento a medida que aumenta la edad. A partir de los 50 años, la incidencia y el riesgo aumenta de forma exponencial.

La captación de los pacientes se hará a través del seguimiento habitual de la historia clínica personal que realizan médicos de Familia y profesionales de Enfermería.