"Saca la bota María, que me voy a emborrachar". Con la estrofa de un conocido villancico animaba el sacerdote Luis Santamaría a vivir estas fiestas de una manera diferente al público que acudió ayer al tradicional pregón de Navidad del Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. Lejos de animar a los zamoranos a dejarse llevar por las bebidas espirituosas, el párroco invitó a que esa embriaguez fuera de "fe, esperanza y caridad", enumeró.

"Emborrachémonos de fe, que falta nos hace, porque sin Dios no tenemos futuro y la Navidad es un tiempo para ello", indicó. "De esperanza habría que servirse una copa bien llena. Sedientos de ella, bebámosla por litros y repartámosla" sugirió por otra parte, para finalizar con un buen vaso de caridad. "Navidad rima con esta palabra, hay que estar ebrios de caridad, que es el nombre grande del amor. Ebrios de cariño y ternura, que tiene que expresarse, que mostrarse, que hacer derretir el hielo de tantos corazones. La caridad nos calienta y nos pone a tono. Sin ella, podemos morir de congelación", avisó.

Santamaría reconoció que era la primera vez que se "enfrentaba" a un pregón y prometió que, a pesar de su condición de sacerdote, iba a valer "tanto para católicos como para ateos, de izquierdas y derechas, musulmanes, mis amigos miembros de las más variopintas sectas, los religiosamente fogosos y los fríos", enumeró, para comenzar invitando a todos a disfrutar de las luces de la calles. "Mirémoslas más que como un simple reclamo comercial, porque cuantas más luces pongamos, cuántas más luces contemplemos, entenderemos un poquito más lo que supone la Navidad de verdad para nosotros, para nuestras vidas y para el mundo entero", aseguró.

Además de las luces, el pregonero apostó también por disfrutar estos días de los villancicos "para que todo el mundo se entere de que celebramos algo especial, que celebramos a Alguien muy especial", apuntó, en relación con el nacimiento del hijo de Dios.

Como colofón, Santamaría animó a todos a "tirar la casa por la ventana" ya que es tiempo de derrochar, "pero no dinero, lo que toca es compartir, porque la Navidad no es tiempo de ser generosos, sino de aprender a ser generosísimos. Dios lo es mucho más con nosotros, de hecho, nunca lo vamos a pillar, por más que corramos y compartamos con los demás".

En este sentido, el sacerdote optó por "llenar los corazones de amor y compasión" y fijarse especialmente en dos tipos de necesitados. Primero, el de los cristianos perseguidos "a los que podemos ayudar con nuestra oración y con nuestros donativos". El segundo grupo es de aquellos que no tendrán una reunión familiar ni una casa llena de gente. "Con ellos tendremos que derrochar sensibilidad, compañía y calor humano".

Tras el pregón navideño llegó el colofón musical, otro clásico en este acto del foro del periódico, que este año estuvo a cargo del Ensemble Art Nuveau de clarinetes, en un concierto de villancicos dirigido por Rebeca Temprano.