"Me llamo Cecilio Rubio Martín. Nací el Peleagonzalo y estudié en el instituto Claudio Moyano. Me tiraba la vida militar y me fui voluntario. Salí cabo primero y me reenganché, con intención de presentarme a la academia de oficiales, pero no lo pude conseguir porque superaba las dioptrías máximas en un ojo". Son las vivencias de uno de los promotores del encuentro de una treintena de militares que coincidieron durante algunos años en la etapa final del Cuartel Viriato, cerrado en 1987 y algunos incluso siguieron como "liquidadores" hasta un año después.

"En el cuartel había unas 700 personas y daba mucha vida a Zamora. Era la mayor "fábrica" que tenía Zamora. Había carniceros, pescaderos y mucha gente que vivía del cuartel", recuerda Rubio, que junto a Manuel Puga, de Sanzoles, fueron los que tuvieron la idea, este pasado verano, de intentar reunir a los compañeros de andanzas de hace casi treinta años: dentro de dos se cumplirán las tres décadas de la clausura de las instalaciones. El cierre vino casi de sopetón: "Con el plan META comenzó toda la reestructuración del Ejército, todos los cambios y a este Regimiento nos tocó ser de los primeros. Desapareció de un plumazo, y cuando Zamora se quiso movilizar ya no hubo tiempo", relatan Rubio y José Luis González, otro de los que estaban en el cuartel en esas épocas. "Entonces era muy joven. Fue un tema político. Yo creo que quizá se pudo hacer un poquito más en esos tiempos, pero las cosas fueron así en ese momento".

Ayer tocaba recordar viejos tiempos y pasear, de la mano de un guía de excepción, el también militar, retirado recientemente, José Antonio Lucas por las modernas instalaciones. La fachada principal, que da a Cardenal Cisneros era "el cuerpo de guardia, que daba acceso al patio de armas y a ambos lados, izquierda y derecha el batallón 1 y 2, que conservan el nombre" pese a que hoy alberguen las aulas de Magisterio y la Politécnica en lugar de las camaretas de ocho y diez literas donde dormían los soldados. "Tenía estructura muy bonita no había calefacción pero echándose una manta más no se pasaba frío. Con la juventud se puede con todo". La plana mayor, hoy biblioteca, era el centro neurálgico del funcionamiento del cuartel. "Se tiró la parte de atrás, donde estaba el campo de fútbol, que ahora tiene la zona deportiva, y hubo hasta piscina climatizada, la panadería, el botiquín, y el hogar del soldado. Las cocheras estaban ubicadas a izquierda y derecha. Uno de los edificios se mantiene en la actualidad, con la cafetería".

Además los soldados salían a hacer prácticas "al Alto de los Curas, las Chanas o Montelarreina" y también eran frecuentes las maniobras con regimientos de León.

La vida cuartelera también tenía sus momentos de asueto, a partir de la hora del paseo, a las seis de la tarde, con un bar de referencia, el Blumen, "que era nuestra segunda casa. Allí nos cambiábamos, comíamos los bocadillos de tortilla por 1,50 (pesetas, no euros) y lo pasábamos muy bien".