El baloncesto es su pasión y de él ha hecho su profesión. El zamorano Ignacio Domínguez Durán lleva años lejos de su tierra, pero no olvida sus raíces. Tras graduarse en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Huesca y trabajar en las categorías inferiores del equipo de baloncesto local durante dos años, decidió dar el salto al extranjero. "Alguien me dijo alguna vez que tú no eliges al deporte, es el deporte quien te elige a ti. De pequeño era malo jugando al fútbol, pero en el baloncesto destacaba un poco, así que creo que las personas tendemos a hacer las cosas que se nos dan bien", explica sobre su trayectoria profesional en este deporte, que le ha hecho recorrer el mundo.

Su primera parada fue Eslovenia "donde tuve el honor de trabajar con el equipo U16 y U18, del Union Olimpia de Ljublana, bajo las órdenes de Janez Drvaric, el primer seleccionador esloveno de la historia, asistente de la mítica selección yugoslava donde jugaban Divac, Petrovic o Kukov", enumera con satisfacción.

Mucho aprendió de su año en el país del este y su forma de entrenamiento. "De Eslovenia me fascinó la disciplina que tienen a la hora de trabajar y de organizar su día a día. Todo está estructurado y nadie afloja", valora. En ese sentido recuerda con una sonrisa una día de noviembre, con la primera nevada de la temporada, "con casi un metro de altura", cuando llamó para preguntar si habría entrenamiento. "El entrenador se rió y me comentó que tenía que estar allí, aunque tuviera que cavar un túnel para llegar", asegura.

Su siguiente destino gracias a su formación como entrenador de baloncesto fue México. Cruzó el Atlántico para recalar en Colima. "El país es un paraíso, cuesta imaginar la belleza de sus paisajes para alguien que no haya salido de España. Ruinas en medio de la selva, playas de arena blanca y agua cristalina, árboles frutales en las calles o canchas de baloncesto entre palmeras", describe. Como técnico de los equipos de formación del Instituto Tecnológico de Monterrey viajó por todo el país, desde Culiacán hasta Manzanillo, Guadalajara, Ciudad Guzmán, Cancún o San Cristóbal de las Casas. "En todos los lugares destacaba la amabilidad de las personas y la sencillez en el modo de vida", valora.

Desde este año su destino es Paraná, en Argentina. "Trabajo en un club de barrio, Club Atlético Talleres, rodeado de personas maravillosas que dedican horas y horas para que el equipo funcione de la mejor forma posible", resume. Allí todo el mundo echa una mano para que el proyecto salga adelante. "Es un ambiente muy familiar, nadie es más que nadie y todos trabajan para que el club sea el mejor lugar de la ciudad. Un sábado por la mañana puedes encontrarte con el presidente entrenando en el gimnasio a chicos, a los trabajadores limpiando la cancha, a las madres vendiendo en la feria para recaudar, a los padres cocinando el locro, una comida típica del invierno de aquí y a los niños preguntándote qué pueden hacer para ayudar", describe.

El Talleres es uno de los clubes más grandes de la provincia de Entre Ríos, con tres equipos por categoría. El zamorano entrena desde niños de cinco años hasta mayores de 35. "Queremos promocionar una formación de calidad a los que chicos, con más entrenamiento de técnica individual, preparación física y todo ello con profesionales bien formados", explica.

De los tres países en los que ha estado, este último "es sin duda el más parecido a España", compara. "El carácter de la gente, el modo de vida y las costumbres hacen que sienta que no esté a 10.000 kilómetros de mi casa, sino que podría llegar dando solo la vuelta a la manzana", confiesa.

A pesar de ello, asegura que echa mucho de menos Zamora. "No hay un solo día que no quiera estar más cerca de mi familia y mis amigos. Pero creo que ahora mismo es difícil con la situación política que tenemos. Además, en profesiones como esta es todavía más complicado, pero confío en que pronto se dé la oportunidad de volver. Entre tanto, seguiremos volando, viajando y viviendo", argumenta.

Comparando la forma de entrenar en esos países, asegura que en Eslovenia hay una mayor disciplina y educación, mientras que en México y Argentina "los chicos tienen una gran disposición a aprender, el baloncesto lo es todo para ellos", subraya. Su futuro profesional también lo espera sobre la cancha. "Quiero poder vivir trabajando de entrenador, me gusta de manera profesional y como formación. Me gusta el baloncesto social y aspiro a poder vivir entrenando, sin tener otras preocupaciones", aspira.

Con su experiencia, no duda en animar a todos los que estén pensando en buscar un futuro en el extranjero. "Todo el que pueda, ya sea por medio de intercambios o por emprendimiento personal, tiene que salir de casa y conocer otras culturas, hablar con gente de otros países, coleccionar historias, para el día de mañana tener algo diferente que contar", señala.