Después de criar a sus cinco hijos, ya independizados, Marisa Tuero se vio en la necesidad de buscar una ocupación "antes de que la casa se me cayera encima", confiesa. Así fue como entró de voluntaria en la tienda. Su misión allí es la que tiene cualquier dependiente de una tienda de ropa. "Me dedico a colocar las prendas, doblarlas, enseñarlas a los clientes...", enumera. Sobre la gente que entra cada día en el establecimiento, apunta que hay muchos habituales y que la gran mayoría son personas sin necesidades económicas. "Encuentran siempre algo porque la ropa que tenemos aquí está muy bien". Pocos son los que salen de la tienda sin pasar antes por caja. Sobre su relación con los clientes, apunta que "la gente es muy agradecida y eso es algo que te llena mucho". El día a día de esta voluntaria le hace valorar el objetivo último de este establecimiento. "Es una obra social muy positiva", subraya.