Abel Aparicio presentó ayer en la Biblioteca Municipal el poemario "Alboradas en los zurrones del pastor", un trabajo del que se agotaron los 500 ejemplares de la primera edición. Como peculiaridad, la defensa de la lengua leonesa y su empleo en una parte de estas creaciones que hablan de la familia, las tradiciones y el valor de la identidad.

-¿Dónde arranca su labor como escritor de poemas?

-Es curioso. Empecé a escribir cuando me trasladé a Madrid en 2005. En una ciudad tan impersonal, comencé a interesarme cada vez más por los orígenes, las tradiciones o la importancia de mis abuelos. Un amigo me contó que cuando una colonia de indios fue llevada a una gran ciudad de Estados Unidos, los suicidios no paraban de repetirse. Nunca encontraron su hábitat.

-¿Con qué objetivo comenzó a escribir?

-Mi primer poemario llegó en 2011. No era ese mi objetivo. Yo era una persona muy tímida y solo gracias a varios amigos en Madrid, me atreví a recitar en los bares. A partir de ahí conseguir publicar mis trabajos en poemarios y antologías.

-¿Qué temas aborda en su poemario "Alboradas en los zurrones del pastor"?

-Es una especie de trashumancia en la que el pastor sale de su casa, algo que me permite hablar de mi familia y de las tradiciones. Cuando está lejos de su hogar, ya viene la parte más reivindicativa.

-¿Qué reivindica?

-No afrontamos una crisis, sino una estafa en la que se recortan servicios, derechos y libertades.

-Unir poesía y protesta debe de ser complicado...

-Hay gente que incluso dice que la poesía no es para eso. Cuando uno escribe poesía tienes que escribir lo que sientes y en Madrid estuve muy involucrado en las marchas de protesta.

-Usted es de León y viene a Zamora a hablar de tradiciones. Supongo que hay mucho en común entre las dos regiones...

-Hay un pasado común, muchas veces ignorado. El título del poemario, "Alboradas en los zurrones del pastor", viene de un viaje en bici por la Vía de la Plata desde Mérida a Astorga. Entonces me di cuenta de que Zamora y León son muy similares, incluso Sanabria y Cabrera son primas hermanas.

-Una de las originalidades que lo acompañan es su defensa del leonés...

-Una tarea difícil cuando el apoyo institucional es mínimo, a diferencia de Asturias y Miranda. Personalmente, me daba cuenta de cómo mi abuelo tenía que dar rodeos al hablar para no utilizar palabras en leonés; en ese rodeo hay una pérdida importante de sentimientos. Este es uno de los motivos por los que defiendo esta lengua. La generación de nuestros abuelos fue ridiculizada por hablar leonés y ese miedo hizo que esta costumbre se perdiera por el camino.

-¿Cree que puede haber proyectos de futuro para poner en valor esta lengua?

-Se hizo en Galicia, el País Vasco, Valencia... El Estatuto de Castilla y León dice que hay que proteger el leonés y se está incumpliendo, y por eso la Junta recibió un tirón de orejas de la Comisión Europea.