Se considera un "afortunado" dentro del grupo que conforman los residentes de la casa de acogida. A Pablo de Montes, gaditano de 64 años, tan solo le restan unos meses para poder acceder a la jubilación "y tener un dinero al mes para poder irme a vivir a Sanabria", confiesa sobre sus planes más inmediatos. Este licenciado en Bellas Artes es un auténtico enamorado de la montaña y ya quedó prendado de la naturaleza de esta zona de la provincia cuando la visitó hace años. Una época en la que poco podía prever que se iba a encontrar en la situación en la que está ahora. "Tuve una depresión en febrero que me hizo dejar el trabajo y desde entonces estoy en la calle", resume sobre su situación personal. Curiosamente, su último trabajo fue en la delegación de Cáritas en San Fernando de Cádiz. "Tengo las dos perspectivas, antes como trabajador y ahora como usuario, lo que te da una visión más amplia de toda esta situación", explica. Tras deambular por Santander, Palencia o León, "donde la vida en la calle se me hizo muy dura", reconoce, recaló en Zamora, donde accedió a hacer un alto en su camino. "Aquí tengo cama y comida, atención y acompañamiento. Dan un trato exquisito, no existe ningún problema y sobre todo te escuchan, que es algo muy importante en nuestra situación", agradece a los trabajadores del centro.