"El miedo, la angustia no me dejaron pensar, y lo primero que se me ocurrió fue atarle y tirarle al pozo", tras asestarle un golpe en la cabeza con una barra de hierro. Eso sí, el ganadero acusado de asesinar el 17 de febrero de 2014, a las 3.00 horas, a un pastor búlgaro que tenía contratado, de iniciales A.O., se aseguró antes de deshacerse del cuerpo de que el hombre estaba muerto, "intenté auxiliarle en todo momento", declaró ayer en el juicio con jurado que celebra la Audiencia Provincial.

El procesado no pudo precisar la fecha exacta del crimen, "no lo recuerdo", suceso del que "nunca" habló con nadie, ni con la mujer del fallecido, de iniciales S.K., también búlgara, que se convirtió en su novia al mes del crimen, la otra imputada en el caso como cómplice para la Fiscalía y como autora para la acusación particular.

Es más, la exculpó, "no vio nada" de la agresión, "estaba aterrada, desnuda totalmente y se fue a casa" porque el pastor le estaba llevando por el pelo y amenazando con un cuchillo cuando llegó el patrón e increpó al finado. Juan Carlos B.R. confesó ayer que "me lo tragaba, no lo exterioricé, me lo guardé para mí", para responder a la fiscal, Belén Fernández, cuando le preguntó porqué no se entregó o contó lo ocurrido. La procesada, que trabajaba en la explotación ganadera, y que denunció la desaparición de su marido, "nunca le preguntó nada", afirmaron ambos.

El industrial sostuvo que para cerciorarse de que el hombre había muerto por el golpe "le toqué el cuello, no se movía ni respiraba, le puse la mano en la cara" para comprobarlo. "Le llamé y no respondía", detalló el imputado, Juan Carlos, durante el exhaustivo interrogatorio al que le sometió la fiscal, que sostiene que el pastor estaba vivo cuando le tiró al pozo.

Por ello, el Ministerio Público califica el delito de asesinato y exige una condena de 15 años de prisión, al entender que debe aplicárse al industrial la circunstancia atenuante de confesión del crimen. Para la acusada solicita tres años de reclusión; y la acusación particular, 20 años por estimar que "ideó" el crimen y que el pastor "fue su víctima". Las defensas exigen la absolución por falta de pruebas.

La acusación particular, ejercida por el hijo del fallecido, exige 20 años, al oponerse a aplicar la atenuante porque "solo colaboró con la Guardia Civil cuando se le detuvo", cuatro meses después del crimen y de que hubiera intentando calcinar el cadáver tras rescatarlo del pozo "porque olía", comenzaba a descomponerse.

El ganadero de Santa Cristina de la Polvorosa, que exculpó en todo momento a la que fuera pareja del muerto y su actual compañera sentimental -"desde marzo de 2014", según ella, y desde abril, según el acusado-, volvió ayer a admitir ante el jurado que mató al ciudadano búlgaro en defensa propia porque amenazó de muerte a los dos, cuchillo en mano, mientras agarraba a la mujer por el pelo, "desnuda" y en plena noche.

Golpeó fortuitamente en la cabeza al pastor, tenía la "intención de darle en la mano para que tirara el cuchillo". El arma aparecería durante la investigación del crimen en la cocina de la vivienda de la pareja búlgara, situada en la finca donde ocurrió el suceso. Se trata de una versión diferente a la que relató el 5 de enero de 2015 ante el juez, subrayó la fiscal, para recordarle que entonces había dicho que no sabía dónde le había golpeado si "en el hombro o en la cabeza". La víctima "no sangró" y la cabeza le quedó "hundida", aseveró. Decidió "atarle los pies y las manos" para transportarle mejor a otra finca, a un kilómetro, para arrojarle al pozo. Le costó recordar que amarrara priedras al cuerpo del empleado para impedir que flotara, "no le puse", dijo rotundo para, al verse acosado por la fiscal, acabar admitiendo "o... sí, sí, una piedra atrás, atada a los pies". Pero no explicó porqué, "no sé".

En cambio, sí afirmó que "no" fue para que no flotara. La barra con la que asestó el golpe estaba, por casualidad, en el suelo "desde hacía 15 o 20 días", porque se la dejó a un hombre. "La pisé" cuando retrocedía según se aproximaba el pastor en actitud amenazante, tras dejar libre a su pareja. Terminó su declaración pidiendo perdón a la familia del hombre fallecido.