El ambiente que se respira en Bruselas, la capital de Bélgica, es "raro, vivimos en una ciudad prácticamente sitiada desde el sábado" -el pasado día 14- "impacta ver tanta policía", después de los atentados de París, y "aunque nos duela" la situación de alerta máxima, "hay que seguir, somos todos vulnerables, pero hay que seguir viviendo".

Es el mensaje de Santiago Raneros Vaquero, natural de Fuentes de Ropel -a donde regresa todas las navidades y en verano-, reside a diez minutos del centro de Bruselas, en el barrio Molemnebeek, ahora tocado por el terror, con menos gente en las calles y "tensión máxima", pero "con el leiv motiv de "seguimos en pie y para adelante", aunque nos duela nadie puede tener miedo".

Y cuenta, sin dejar traslucir un ápice de preocupación, que reside en el mismo barrio en el que nació el terrorista abatido por la Policía francesa en Saint-Denis y donde vivía últimamente el único que logró escapar y que continúa en busca. Lo cuenta con la naturalidad de un mero hecho anecdótico y le sirve para romper una lanza en favor de la población árabe de Bruselas. "El padre del yihadista muerto en Saint-Denis tiene una tienda aquí y la ha tenido que cerrar", agrega, "aunque ha declarado que está totalmente en contra del terrorismo. Incluso denunció en los tribunales a su hijo porque se llevó a un hermano pequeño, menor de edad", cuando ya se había radicalizado, cuenta este zamorano, electricista de profesión, de 55 años y ya mitad belga, tras 25 años emigrado.

Con una calma asombrosa, a pesar de la amenaza, lo mismo que el resto de los vecinos, y aunque vive "en el barrio del que han salido todos los terroristas islamistas", Santiago insiste en que "hay que salir a la calle y hacer una vida normal". Molemnebeek es el barrio con más población magrebí de Bruselas, pero viven integrados, afirma. Los musulmanes "están hartos de esta situación, de que se identifique el Islam con el terrorismo, de esa mala imagen", de esos comportamientos violentos "que no se corresponden con su religión", subraya Santiago. De hecho, el miércoles hubo una manifestación en la plaza del Ayuntamiento del barrio, "en la que había muchos magrebíes para declarar su hartazgo. Aquí la gente se da cuenta de que todos pueden sufrir un atentado".

Aunque la ciudad "está tomada por la Policía y por las Fuerzas Armadas desde hace una semana, con tanques en las calles y con helicópteros vigilando", Santiago y su pareja recorrieron ayer mismo el centro de la ciudad, "hemos estado en la zona peatonal y hay menos gente, impacta, sobre todo, ver tanta policía, los comercios cerrados, muchos restaurantes y bares, los museos...". Las autoridades han suspendido conciertos que estaban previstos en la capital, uno de ellos de un rockero francés muy conocido.

Pero "estamos en el país donde nació el surrealismo y la filosofía de los belgas es esa", la misma forma de afrontar unas circunstancias tan extraordinarias, como impactantes, con la incertidumbre que impone el que exista un riesgo de atentado inminente.

La vida prosigue para los belgas, "rodeados", eso sí, de policía y soldados. "Desde fuera", desde España, "se vive esta situación más intensamente que aquí".