El escritor Juan Manuel de Prada acaba de publicar "El castillo de diamantes", un libro, que en cuestión de semanas se ha situado entre las más vendidas del país. En esa novela de personajes aborda la complicada relación que mantuvieron Santa Teresa de Jesús y la princesa de Éboli a finales del siglo XVI.

-En "Morir bajo tu cielo", su anterior novela, uno de los personajes principales era una monja. Precisamente otra religiosa, en este caso Santa Teresa, está presente en su último libro.

-Quizá haya que buscar una explicación freudiana en por qué me quedé prendado de las monjas del Amor de Dios, donde estudié (risas). La figura de la religiosa siempre me ha resultado interesante literariamente porque en el mundo moderno se considera que la monja es una persona castrada de parte de su personalidad, algo que me parece falso. En nuestro mundo la vocación de la mujer se entiende de una manera muy unidireccional. Ya ni se entiende a la mujer que no quiere trabajar o que no quiere estar en el mundo, en el sentido de las fatigas cotidianas. Me resulta interesante la mujer que lleva una vida contraria a los usos establecidos. Una monja tiene un componente "bohemio" que me atrae de ellas. Además, muchos de mis personajes están en rebelión contra el mundo.

-Junto a Teresa Cepeda elige como compañera de viaje literario a Ana de Mendoza, la Princesa de Éboli. ¿Por qué?

-Debido a su desencuentro, un episodio menor en la vida de ambas, pero muy novelesco y que tiene mucho atractivo porque es poner juntas a las mujeres más importantes del siglo XVI con un conflicto dramático fuerte. Era una historia que estaba pidiendo a gritos una novela. La historia nos proporciona poco datos que conocemos a través de amigos de Santa Teresa porque ella solo menciona sus desavenencias muy de pasada en el "Libro de las funciones". Por parte, de la Princesa de Éboli sabemos muy poco. No se le da importancia en las biografías de Santa Teresa al desencuentro porque fue su único fracaso fundacional; el convento de Pastrana fue el único que tuvo que cerrar. Además, cuando decidí hacer una novela sobre Teresa fijé las novela que tenía que evitar. Tenía que evitar aquella en la que apareciera como una santa de peana, tenía que convertirla en una mujer viva. Tuve claro que no podía contar la vida de la abulense, que tiene aspectos muy poco novelescos y que despierta a su vocación siendo una cuarentona. Es una vocación muy tardía, casi otoñal, dado que empezó su reforma con 47 años de la época. Me di cuenta de que tenía que elegir un episodio y convertirlo en un epicentro que explicara a la santa y su vida.

-Es una novela femenina en la que reivindica el papel de dos grandes figuras de la historia, dos grandes mujeres valientes y adelantadas a su tiempo.

-Tengo una fama de escritor misógino, pese a que he dedicado una novela a una poetisa feminista por haber sido el autor de "Coños". (Risas). No tengo ningún problema porque en mi novela tengan importancia los personajes femeninos, de hecho siempre los ha habido. En este caso los personajes masculinos son secundarios. Se trata de una novela de exaltación de la mujer o de dos vocaciones peculiares o excéntricas no diría en el siglo XVI, sino en el siglo XXI. Lo que estás mujeres hicieron en el siglo XVI no lo habría podido hacer en la actualidad, como ejemplo en el siglo XVI a Santa Teresa se le permitió fundar conventos de frailes algo que en la Iglesia no se ha dado. El caso de la Princesa de Éboli, ella adquiere esa preponderancia en la Corte, al principio, de la mano de su marido y luego en solitario. Es una novela femenina en cuanto a que toda la problemática y el conflicto que se genera entre los dos personajes sería inexplicable en el caso de hombres, que, sin duda, se abrían terminando matado.

-Presenta a una Teresa humana y cercana, pero al mismo tiempo crítica con la propia Iglesia. Usted incluso ha llegado a decir que la institución eclesial debería de aprender de la santa que no se doblegaba ante el mundo que le rodea.

-Santa Teresa no es una rebelde contra la Iglesia, toda su obsesión era morir hija de la Iglesia pero se enfrentó a mucho canalla, gentuza y fariseo que no se conforman con trepar en el ámbito de la Iglesia, sino que quieren hundir al verdadero creyente al que odian porque delata su fariseísmo. Eso ocurría en la Iglesia de entonces y mucho más en la de ahora que está mucho más corrompida. Me refiero a "Vatileaks", hay mucha más gentuza metida en las estructuras de poder.

-Como católico, ¿qué estima que tiene que hacer la Iglesia para eliminar esa corrupción?

-La Iglesia tiene que desligarse del mundo. Tiene que estar menos pendiente del mundo y tiene que seguir el ejemplo de Santa Teresa de Jesús. Tiene que ser pobre, desligarse del poder y tiene que dejar de tener apéndices mediáticos. Además, tiene que dejar de estar en esos ámbitos donde no hace nada cuando lo que tiene que hacer es predicar el Evangelio, administrar los sacramentos y salvar las almas de sus fieles. Si leemos el discurso que hizo el papa Francisco sobre las enfermedades de la curia, se puede entender que iba referido a la curia vaticana, pero que también se pueden entender que puede ir referido a la curia de muchas diócesis, algunas de ellas españolas. Hay una mundanalidad y una obsesión por participar de los beneficios del sistema bochornoso de ahí que Santa Teresa tenga una gran vigencia ahora.

-Usted defiende que España se cimentó alrededor de la región. En cuestión de horas el parlamento catalán debatirá y votará la propuesta de declaración independentista presentada por Junts pel Sí y la CUP para dar inicio al proceso de separación.

-Creo que son consecuencias naturales. Es un producto de muchas cosas que se vienen haciendo mal, sobre todo, en el último período democrático donde las concesiones hechas al nacionalismo han sido muchas. A los partidos en el poder en Madrid les interesaba su apoyo, les han dado alas que han permitido que fomentaran la tergiversación histórica y ahora simplemente están cosechando lo que sembraron. El nacionalismo catalán es un producto ideológico del liberalismo que ha ido creciendo hasta llegar al paroxismo. Creo que será una cosa que causará mucho dolor y que en las próximas décadas va a ocasionar muchos problemas. La deriva lógica es, sin duda, la independencia. Los elementos que se esgrimen como impedimentos para que se produzca son ridículos. Dicen que no lo reconocerá la Unión Europea, cuando ha favorecido la disgregación de Yugoslavia y seguro que reconocerá a una Cataluña independiente a los pocos meses.

-Según el último barómetro del CIS, en las próximas elecciones del 20 de diciembre Ciudadanos sería la tercera fuerza política y Podemos se descuelga al cuarto lugar.

-A todos los líderes y lideresas de Ciudadanos los conocí como contertulios de Intereconomía. No deberían llamarse Ciudadanos, sino Tertulianos. Es una formación que se llena la boca porque no han tenido responsabilidades de gobierno. Dicen lo que la gente quiere oír. Son gentes de izquierdas de cintura para abajo, especialmente concentrado su izquierdismo en la entrepierna, y de cintura para arriba son de derechas para halagar a los gruñones del PP que creen que este partido no está actuando con contundencia ante el reto separatistas. Populismo, oportunismo y falta de principios les definen, aunque también existen en el PP porque una señora como Cifuentes podría ser de Ciudadanos. Son partidos nacidos para satisfacer los bajos y los altos instintos.

-¿Y Podemos?

-Respecto a Podemos planteaba un jaque al sistema que se ha empleado a fondo para machacarlo. Podemos se ha amilanado y hemos visto a Pablo Iglesias ser más sistémico. La gente que había encontrado una esperanza en Podemos ve que ahora dicen las mismas mamarrachadas que el PP o el PSOE. El sistema lo tiene todo atado y bien atado. No va a pasar nada en las elecciones.

-¿Seguiremos con el bipartidismo?

-Sí, vamos a seguir con el bipartidismo porque Podemos es una marca blanca del PSOE y Ciudadanos puede serlo del PP y tiene posibilidad de serlo también del PSOE. Tras las elecciones gobernarán el PP o el PSOE con el apoyo de las marcas blancas que es votar lo mismo. Son distintos perros con los mismos collares.

-El PP ha renovado muchos de sus cabezas de lista de cara al 20 D.

-Las caras conocidas no creo que sean un problema, ni la edad de los candidatos en una sociedad mediática. Se trata de estructuras de poder que se mantienen. Es muy gracioso porque Rajoy se ha ido cepillando a sus compañeros de gabinete en la época de José María Aznar porque consideraba que era parte del pasado, pero no se ha incluido a sí mismo. El problema es que el Partido Popular generó una corrupción que no ha sabido reconocer y que ha negado, lo que le han llevado al descalabro en sus grandes feudos como Madrid, Valencia o en la provincia de Zamora donde han perdido los ayuntamientos de la capital, Benavente y Toro. También en un partido que, en un intento de contactar a todos, no contenta a nadie. Son caras que no son creíbles porque no te crees que Bárcenas tuviera montado lo que montó sin que Rajoy no lo supiera.

-Desde su perspectiva, ¿las caras del PSOE son creíbles?

-No, me parece que Pedro Sánchez es nefasto. Es un figurín que vende como gran fichaje un retal del partido de Rosa Díez. Es un hombre que haría muy bien una campaña de ropa de Emidio Tucci, sería un excelente maniquí porque es guapete y tiene buena percha. (Risas). Es un pobre hombre que dice lo que a la gente le gusta oír, todo es inconsistente con golpes de efecto verdaderamente chuscos.

-Tras esta disección del mapa político, ¿qué le queda al ciudadano que todavía no tenga claro su voto?

-El pueblo español tendría que darse cuenta que está votando a unas oligarquías que no le representan. Tiene que haber una iniciativa popular desde abajo.

-Pero eso fue lo que hizo Podemos.

-Efectivamente, pero lo hizo con un sesgo ideológico equivocado. Creo que la política tiene que volver al pueblo. Tienen que surgir plataformas populares que combatan a nivel municipal a las oligarquías. No obstante, no les tiene que cegar el poder. A Podemos le ha cegado el poder. Tenía un impulso originario interesante, aunque tenía el mal de raíz que era el marxismo. Ellos quisieron aprovecharse de ese impulso popular ideológicamente y finalmente se han convertido en un partido más del sistema. La única salvación de la política será la regeneración a partir de iniciativas populares.