El joven Enrique Javier Refoyo ha traducido varios libros de política del ruso.

-¿De dónde procede su interés por la temática unida a Rusia?

-Parte desde el desconocimiento total, es decir, que es un tema poco o nada tratado desde España y estando ya en las aulas universitarias, poco a poco, incluso se puede decir que sin darme cuenta, me sumergí en la profundidad del este. También fue una casualidad que en los últimos años, los temas relacionados con Rusia estén de máxima actualidad en todos los medios, de modo que aquella elección casual e involuntaria se convirtió en una inesperada oportunidad de estudios de gran interés politológico.

-¿Cómo comenzó a desarrollar la vertiente de traductor?

-Pues también esto fue otra casualidad. Durante mis años en Salamanca, los profesores nos animaban a escribir artículos académicos. Nos decían que eran trabajos importantes, que nos ayudarían a progresar en la carrera académica. También nos decían que si sabemos idiomas, que también traduzcamos, y ellos mismos nos hablaban de la dificultad que tiene el hecho de traducir conceptos de otros idiomas al español. Ahí fue otro camino que empezó sin yo saberlo, es decir, que empezó de forma natural por el tránsito universitario.

-Ha traducido dos volúmenes "La geopolítica de Rusa" y "Cibergeopolítica, organizaciones y alma rusa" ¿cómo han llegado estos proyectos a usted?

-Como diría Maquiavelo, aquí hubo virtud y fortuna. Virtud por mi parte, de haber estudiado temas de Rusia y la propia lengua rusa durante años; y fortuna de cara a que este peculiar objeto de estudio llega a oídos de otras personas que a su vez coinciden con otras que estaban buscando a alguien para traducir a geopolitólogos de Rusia que tan de actualidad está ahora. Así que se fueron a juntar dos caminos que dieron lugar a muchos meses de trabajo para presentar estas dos obras.

-Como todo trabajo tiene su cara y su cruz. ¿Qué es lo más complicado de esta tarea?

-Lo más complicado es empezar. Al principio todo parece interminable y casi hasta imposible de hacer, por ejemplo palabras o sucesos históricos que desconoces, y entonces es cuando tienes que pensar cómo resolver toda esta nueva cantidad de problemas. Por un lado, he utilizado las herramientas que fui aprendiendo en la universidad, y por otro lado utilicé los contactos, no solo de los propios autores sino de otras personas con las que reflexionar sobre mis dudas en aquellas cosas que desconocía y no encontraba una solución o quería confirmar una solución. Esto se debía a que como traductor, siguiendo los ejemplos clásicos de la escuela de Toledo, se necesitandos personas para traducir bien que sepa del idioma, y otro que sepa del tema que se está traduciendo. En este caso tuve que hacer de los dos a la vez.

-¿Qué resaltaría del proceso?

-Fue apasionante, aunque no por ello sencillo. Entendí que mi labor no era simplemente traducir, sino también explicar. Por ello ambos libros están sembrados de notas de traductor en las que explico aquello que creo que no es de conocimiento general y es necesario saber para entender el libro. También esta labor era más gratificante porque desde luego aprendes por tres en el proceso: Emplear idiomas, en mi caso al manejar ruso, inglés y español; aprender sobre el tema a traducir, y aprender a ser como un profesor que explica todo lo que cree que no se entendió.

-¿Cree que se valora la labor que efectúan los traductores?

-Creo que la labor de los traductores no se suele valorar, no por desprecio si no por desconocimiento. Las traducciones donde son valoradas principalmente es en el ámbito académico, cosa que me parece que siempre en toda la historia ha sido así. Además, la labor de traducción requiere de conocimientos de idiomas y materias a traducir y para llegar a un buen nivel en ambas se necesitan muchos años de estudio, lo cual es complicado pedir en una sociedad cada vez más acostumbrada a conseguir cosas pulsando un botón. La paciencia y el esfuerzo quedan como algo poco común.

-Desde su punto de vista, ¿la sociedad española se interesa por la situación de Rusia?

-El interés desde España por Rusia ha aumentado a raíz de la crisis de Ucrania y ahora aún más por la intervención antiterrorista rusa en Siria. Pero aún así, creo que los asuntos internacionales no suele ser el tema más popular que interese a los españoles, bastantes problemas hay en España.

-¿Hay mucha gente que traduzca temas de política rusa?

-Hay poca gente. El ruso es un idioma complejo, pero como decía un profesor que tuve, de hecho de Zamora, "no hay idiomas difíciles sino malos alumnos" y en efecto, cuando uno le pone pasión al estudiar ruso y cuando lo combinas con el estudio completo de tan grande país, la sinergia que se produce es que nada es tan complejo como parece. Y también mucha gente tiende a las soluciones más utilitarias, es decir, a no salir de su "zona de confort" y el ruso parece que es un idioma que requiere un tiempo mayor al beneficio que se le puede sacar. En mi caso únicamente pensé en aprender más por el hecho de tener mayor conocimiento.

-¿Tiene en cartera nuevas traducciones ya sean de temática política ya sean otro ámbito?

-Sí, pero en realidad lo siguiente que espero que sea publicado son varios libros que yo mismo he escrito. Por un lado de geopolítica y por otro de política en la provincia de Zamora.