La escritora Laura Freixas participó ayer en los Encuentros Literarios con alumnos de Bachillerato organizado por la Biblioteca Pública del Estado.

-Usted ha conversado con jóvenes que han leído su novela "Los otros son más felices", un texto que habla del descubrimiento del mundo. ¿Cómo se puede ayudar a los muchachos a adentrarles en el universo de la lectura?

-Ofreciéndoles libros con los que se pueda identificar como es mi novela que está protagonizada por dos chicas adolescentes, lo que supone una buena entrada a la literatura. Además hay que presentarles a los autores y autoras. Es muy positivo porque les abre una puerta más humana. Les humaniza el texto, dado que les explicas por qué lo has escrito y cómo lo has hecho.

-¿Apoya las versiones más ligeras de libros como la efectuada Pérez Reverte con El Quijote?

-Me parece una buena introducción, aunque lo ideal sería ir a el texto original, pero no todo el mundo puede o quiere. Esos personajes y esas situaciones forman parte de nuestra cultura incluso cuando se desgajan del texto. Hay que saber quiénes son y qué representan don Quijote y Sancho. Eso mismo se ha hecho con "Las moradas" de Santa Teresa y hay un cómic muy divertido de la autora francesa, Claire Breteche, sobre la vida de la abulense contada con muchísimo humor.

-Sus escritos giran alrededor del conflicto y entendimiento entre distintas maneras de estar en el mundo.

-En mis libros planteo conflictos por la pertenencia a distintas clases sociales, a la pertenencia a diferentes lugares geográficos y lenguas, por la disparidad entre generaciones y por diferencia de sexo. Se debe a que provengo de una familia paterna, catalana y burguesa; y la materna, castellana, pobre que emigró a Cataluña. Esa diferencia estaba presente en mi casa y es la experiencia del siglo XXI porque vamos a más en mezcla cultural e inmigraciones.

-En su último libro, "El silencio de las madres", reflexiona sobre las mujeres y la cultura. Muchas son las féminas que escriben y pocas las que despuntan con premios o que ocupan sillones en la Real Academia de la Lengua.

-En literatura pasa como en casi todo. Si lo vemos como una pirámide en la base hay muchas mujeres que escriben, pero en la cúspide hay muchos más hombres. La proporción en cualquier puesto de poder es 85% de hombres y 15% de mujeres. Es algo que deberíamos intentar cambiar porque la promesa de igualdad que nos hizo la Constitución de 1978 no se está cumpliendo y eso es gravísimo.

-¿Cómo se puede cambiar el sexismo existente en la literatura?

-Es muy difícil cambiarlo y no sé si hay suficiente interés en variar la situación. Yo personalmente y la asociación que presido lo intentamos cambiar. Hay que dar visibilidad a la desigualdad. Ahora somos conscientes de la desigualdad en la brecha salarial o de la violencia de género, pero no hay conciencia de la sangrante y escandalosa desigualdad existente en el campo de la cultura.

-¿Qué factores influyen en esa carencia de conciencia?

-Son muchos siglos en los que ha asistido una desigualdad y no se ha cuestionado. El poder está en manos de ellos y no tienen interés en cuestionarla. Además la percepción de la realidad está muy distorsionada. Basta con que varias mujeres que escriban tengan éxito para que parezca que son muchísimas, por la falta de costumbre. Estamos tan habituados a que publiquen hombres que cuando lo hacen mujeres pensamos que son muchas.

-¿Cómo se puede acabar con esta discriminación?

-Primero señalando la situación, por ejemplo yo siempre que cojo un libro nuevo miro la solapa para saber quiénes han escrito en esa colección. En el libro que ahora leyendo los once libros que recuerdan los han escrito varones. Además, tenemos que reflexionar sobre el hecho de que todo lo que tiene que ver con las mujeres está desacreditado y desvalorizado. Las autoras a priori se considera que lo que hacen representa solo a las mujeres, algo que hay que cuestionar. También hay que poner en duda que los temas propios de las mujeres, porque históricamente o biológicamente lo son como la maternidad, son considerados de menor importancia y propios de la subcultura cuando hay que rescatarlos para la Cultura. No es lógico que se considere que la guerra o el fútbol son temas que nos tienen que interesar a todos y a todas, que son universales, mientras que la relación madre-hija es vista como un tema de mujeres. Todo lo humano es universal.

-El cliché de literatura femenina ¿hay que desterrarlo?

-Es un ejemplo de machismo, pero al mismo tiempo hay que darse cuenta de que las mujeres escriben con una serie de características específicas igual que los hombres lo hacen con las suyas. Habría de hablar de literatura masculina y de la literatura femenina o bien optar por la literatura escrita por mujeres.

-La falta de diferencias en la designación ¿haría que ellos se acercaran más a leerlas?

-La actitud voluntarista como de hacer como si fuéramos iguales es bien intencionada pero no lleva a ninguna parte porque la diferencia existe. Lo que tenemos que aprender es que no sea una diferencia jerárquica que no implique superioridad de ellos e inferioridad de ellas. Estamos en una sociedad en la que tanto nosotras como ellos hemos estudiado textos de hombres, por lo que ellos igual que nosotras están acostumbrados solo a leer textos escritos por hombres.

-Las nuevas generaciones son receptoras de la situación que describe.

-Estamos en una cultura que legitima la violencia contra la mujer como algo natural y atractivo, con mensajes que los celos son una prueba de cariño; con los mensajes que glorifican una masculinidad violenta y dominante y un tipo de feminidad sacrificada y generosa contra la que tenemos que luchar desde la publicidad hasta en los libros de texto. También hay que leer pero con espíritu crítico. No creo que sea positivo que los jóvenes lean un canon literario, las colecciones de clásicos estudiados hasta en la universidad, supuestamente universal pero que es solo masculino, lleno de textos patriarcales y misóginos como Lolita. No entiendo por qué se le más a Cervantes que a Teresa de Jesús.