El actor Helio Pedregal sale esta noche al escenario del Teatro Principal de la mano de "La sesión final de Freud".

-Usted da vida a Sigmund Freud a 20 días de su muerte, lo que, sin duda, influye en la manera de afrontar el personaje.

-Es una de las circunstancias más relevantes de este encuentro entre Freud y Clive Staples Lewis el autor de textos como "Las crónicas de Narnia". Freud está en las últimas. Lleva más de 30 años sufriendo un cáncer de boca, pero su mente está totalmente lúcida. He tenido que hacer una composición integral del personaje. Es un anciano, parece un anciano y durante la representación no se sostiene en pie de tal forma que el público ha llegado a pensar que era un actor anciano el que lo interpretaba.

-La obra es un diálogo entre ambos personajes que conversan sobre temas de la existencia humana.

-Hablan sobre las cosas que importan e importarán siempre a los seres humanos como la muerte, el sentido de la vida, la existencia de Dios o el sexo, aspectos sobre los que todo el mundo se ha preocupado en algún momento. Es algo que a todos nos afecta porque el teatro está inventado para hablar de las cosas que nos importan, aunque son cuestiones atemporales el debate se produce en 1939 en el momento de comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

-La temática que abordan ¿endurece el montaje?

-Uno de los aciertos del autor de la obra es que el texto está inundado de una finísima ironía y sentido del humor, de tal manera que el montaje no es farragoso, sino todo lo contrario. He podido comprobar que la gente que más disfruta con la obra es quien menos conexión tiene con los asuntos que abordamos. En el montaje dos personajes esenciales en el siglo pasado, hablan de una manera divertida y disfrutan haciéndolo. La mayor lección que extraigo del montaje es que en un momento como este en un país como el nuestro en el que el gallinero ya es insoportable, con insultos y desencuentros, vemos a dos personajes muy dispares capaces de disfrutar de la diferente.

-La dirección corre a cargo de Tamzin Townsend.

-La directora ha aportado algo esencial porque lo ha planteado de una manera sencilla porque la importancia recae en lo que se dice. El montaje se centra en lo esencial de la obra sin distraerlo. Con mi compañero Eleazar Ortiz había trabajado previamente de una obra con Flotats. Habíamos hecho una obra que era un debate entre personas opuestas. En "La sesión final de Freud" Eleazar hace un excelente trabajo siendo su parte más difícil porque defiende una postura más desgastada. Para nosotros la obra es un auténtico viaje que acaba al bajar el telón.

-¿Y para el público?

-Es una sorpresa. A veces el público acude con miedo a que sea algo pesado, pero sorprende la forma en que está plantada la conversación. Impresiona la manera tan sencilla de hablar de cosas transcendentes de estos personajes.

-El esquema de diálogos entre dos personajes está siendo recurrente en el teatro actual.

-Creo que al público le gusta el espectáculo, pero no se puede producir de otra manera. Insistir en hacer funciones con este formato obedece a que no existe la posibilidad de afrontar otro tipo de producciones entre otras razones por el IVA del 21%. Nadie puede costear montajes con 12 actores. Este teatro de pequeño formato no es más que un recurso desesperado de supervivencia.

-¿Podrán recuperarse los grandes espectáculos teatrales?

-Tengo mis dudas porque lo que ha sucedido en los últimos siete años lo hace complicado. Puede bajarse el IVA, pero seguimos sin una ley de mecenazgo. A corto plazo no lo veo sencillo, a largo depende de lo que hagan las personas que ostenten el poder tras las elecciones. Tengo la esperanza de que quienes vengan tengan un concepto de la cultura menos desastroso, menos estúpido porque es contraproducente.

-Fruto de estas políticas culturales ¿existe una generación perdida como público?

-Tengo la esperanzada de que no llegue a tanto. La gente ha expresado sobre lo que el Estado debe hacer en favor de la cultura de un país que, no nos engañemos, es muy inculto. Parece que podemos pagar un 21% en una entrada de teatro porque nos sobran medios y tenemos dónde elegir cuando es todo lo contrario. El público español de teatro necesita de ayuda porque el criterio general es muy pobre.

-Se realizan campañas escolares, pero ¿hay que incorporar el teatro al sistema educativo?

-Sin duda porque a los mayores de 18 años el teatro no les atrae, están más interesados en otras expresiones artísticas. Todos tenemos que reflexionar sobre por qué está sucediendo.

-Usted comenzó en "Estudio 1", ¿debería recuperar la interpretación teatral para la televisión?

-La televisión está pasando por las mismas circunstancias que el teatro. Ahora se está produciendo mucha ficción, pero con un resultado de puro consumo. Hay un vicio general.

-¿Cuál?

-Te cuenta las cosas, pero no ocurren. Las series que estamos viendo te cuentan historias, pero tú no lo ves ocurrir. Si a mí no me permites verlo, me aburre. En términos generales el público de televisión, como el público de teatro, es muy poco exigente. Los espectadores se conforman con muy poco y prefieren que le cuenten cuentos a que les metan en harina.