Alfonso Bartolomé, pintor de pincelada gruesa y con textura, fue "avanzadilla del arte en algunos momentos" y se decantó por "la materia fuerte y un color expresivo pero yo pretendo hacer mi obra, nada más", declaró en alguna ocasión a este medio. Además este hombre, que realizó cientos de exposiciones individuales y colectivas, gustaba de conocer nuevas corrientes creativas, una preocupación que le impulsó a viajar y a conocer a múltiples creadores. Así visitó el estudio del terracampino Baltasar Lobo en París o el de Wolf Vostell, en Malpartida de Cáceres, y compartió conversaciones con Díaz Caneja, Julio López o Agustín Ibarrola.