El terremoto de 8,4 en la Escala Richter que sacudió Chile el pasado miércoles ha costado la vida de ocho personas tras su paso por la zona central. A pesar de las muertes que hay que lamentar y los más de mil evacuados, se trata de una cifra muy reducida si se compara con los más de 500 fallecidos en la tremenda sacudida de 2010. "Por el momento los datos de desaparecidos y daños materiales siguen contabilizándose", explica Teresa Pérez, una zamorana que, al igual que otros muchos, cruzó el charco hace unos años para labrarse un futuro mejor en el continente americano. "Estaba en casa cuando sucedió. Despertamos a nuestro bebé de seis meses y decidimos bajar a un jardín amplio que hay debajo de nuestro edificio porque notamos que duraba demasiado tiempo. Tras cuatro minutos el temblor cesó, pero el miedo te queda en el cuerpo un buen rato", relata la zamorana.

El fenómeno se ha producido en días previos a la celebración de Fiestas Patrias, que festejan la independencia chilena de España desde el viernes hasta el domingo. "Nuestra preocupación aumentó con la alerta de tsunami en la zona costera. Durante las fiestas muchos de nuestros amigos habían viajado hasta allí, aunque afortunadamente todos se encuentran bien", añade Teresa Pérez.

El suceso tuvo lugar cerca de las ocho de la tarde según nos cuenta otro de los zamoranos residente en Santiago de Chile, "estábamos en el patio de las oficinas de nuestras oficinas celebrando el tradicional asado de las Fiestas Patrias. Vimos edificios y árboles oscilar de forma violenta, pero lo peor era el ruido. El crujir de los edificios, el temblor de los cristales y el sonido que sale del interior de la tierra nos hizo estremecer", comenta Iván Calvo, gerente comercial de Izamac.

Francisco Andrés Refoyo dejó su Almaraz de Duero natal hace casi dos años para buscar trabajo en Chile. Este ingeniero de Obras Públicas ha vivido ya varios temblores y pensó que en esta ocasión era uno más. Sin embargo "de repente se empezó a mover todo fuertemente". El joven estaba ya en casa, había regresado de trabajar, y de inmediato salió a la calle y sus ojos vieron como "los coches aparcados se movían y yo sentía como el suelo se movía de un lado a otro". De inmediato avisó a sus hermanos para "que la familia estuviera tranquila antes de ver las noticias". Respecto a la reacción de los chilenos comenta a través del WhatsApp, que "ellos diferencian temblores y terremotos. Temblores hay cada poco y ya había sentido algunos, algo normal en Chile, pero es el primer terremoto, que noto, aunque desde que estoy en Chile había habido otro en el norte pero en Santiago se percibió muy poco".

La sacudida también pilló a Daniel Martín, que se encontraba en el gimnasio con su novia Alba Tejedor. "Al principio empieza como si pasara un camión cerca pero fue aumentando la fuerza y la gente de nuestro alrededor comenzó a ponerse nerviosa", narra este zamorano jefe del departamento de obras de MJG, una empresa constructora en Chile. Él reconoce que no tuvo miedo, pero "sí respeto" por la contundencia del temblor. "Los chilenos están muy acostumbrados a los movimientos" asegura. Este jefe de obras conoce de primera mano la construcción y las estructuras de los edificios chilenos y reconoce, "están infinitamente más preparados que en España" mientras lamenta que si esto sucediese en su patria, "sería una catástrofe".

Todos estos cerebros fugados se pusieron inmediatamente en contacto con sus familias, las cuales agradecieron los más de 200 kilómetros que separan la capital chilena, del epicentro del terremoto.