Cientos de devotos y hermanos de la cofradía de Nuestra Señora de San Antolín o de la Concha acompañaron ayer a la patrona de la ciudad y del Ayuntamiento en su recorrido por las calles zamoranas.

La Virgen dejaba el templo de la Lana, su San Antolín donde ha recibido culto a lo largo del novenario, para volver a la iglesia que la acoge durante todo el año, San Vicente.

Una vez concluida la eucaristía, presidida por el rector del Seminario Menor San Atilano, el sacerdote Florentino Pérez, y terminada la segunda novena, comenzó el Rosario de Luz.

La Virgen de la Concha presentaba vestido blanco. Se trataba de la misma vestimenta que portó en la fiesta de la Inmaculada del pasado año y con la que procesionaba por primera vez, mientras que en su pecho llevaba una cruz de oro blanco con un collar, regalado a la imagen mariana hace unos años. Además las andas estaban engalanadas con una bellas camelias en tonalidades rosadas, según precisaron fuentes de la hermandad.

El cortejo lo integraron la cruz guía, respaldada por dos velones. Le seguían el pendón de la hermandad y los integrantes del coro de la Vera Cruz de la vecina Salamanca, que interpretaron varios motetes en diversos puntos a lo largo del recorrido, fundamentalmente en los momentos en los que la Virgen detenía su marcha para que se cambiaran los portadores de las andas.

Los fieles, que llevaban velas en sus manos, caminaron por la calle Sancho IV, Alhóndiga, la plaza del Cuartel Viejo, San Torcuato hacia la calle del Riego y la cuesta de San Vicente rezando los misterios del Rosario. Tras ellos la imagen, el presidente de la Concha. Más de uno echó en falta la presencia de algún concejal del PSOE o del PP al tratarse de la patrona del Ayuntamiento de la capital.

La intensa devoción que en la ciudad se siente hacia la Virgen de la Concha pudo comprobarse ayer nuevamente. A las muchas personas de edad avanzaba que quisieron participar en la procesión nocturna se sumaron aquellos fieles que optaron por engalanar las ventanas o los balcones de las calles por las que pasaba la Virgen.

El fervor volverá a comprobarse hoy, día de la Virgen de la Concha, en la imposición de la Medalla de Oro al obispo de la diócesis, Gregorio Martínez Sacristán en la iglesia de San Vicente.