Aunque los avances de la tecnología hayan dejado las cámaras analógicas y los carretes en objetos casi de coleccionistas, la fotografía tradicional aún conserva el aura de romanticismo que también envuelve a los discos de vinilo. Y más para pequeños que ni siquiera han experimentado nunca lo que se siente en el proceso del revelado.

Ayer por la mañana tocaba a su fin el taller fotográfico organizado por el Ayuntamiento de Zamora dentro de las actividades del Verano Joven 2015 en el que una veintena de niños entre diez y catorce años han aprendido a construir su propia cámara estenopeica -un dispositivo sin lente para el que solamente se precisa una caja, en este caso, de lata, completamente estanca y un pequeño orificio de menos de un milímetro por el que penetre la luz, además de un material fotosensible- y a hacer fotos con ella para revelarlas y poderlas llevar a casa.

José Antonio Pascual, el fotógrafo de La Photo Escuela encargado de enseñar a los pequeños durante las dos semanas que se ha prolongado el curso, ha reconocido que al principio muchos de ellos se mostraban bastante escépticos y "no creían que simplemente con una caja de café o zapatos se pudieran hacer fotos", acostumbrados a utilizar sus cámaras digitales y sus teléfonos móviles. Sin embargo, según iban pasando los días, los pequeños se iban dando cuenta de cuál era el funcionamiento de la cámara oscura y cómo podían realizarse las instantáneas sin utilizar nada más que estos pequeños aparatos construidos por ellos mismos.

Aunque la idea inicial era hacer otra cámara directamente con película, el poco tiempo disponible -solamente dedicaban al taller dos horas diarias- ha hecho que todos hayan construido solamente una cámara con la que realizar fotografías en los alrededores de la escuela, por la zona de Puerta Nueva. Después, los pequeños fotógrafos, han aprendido a positivarlas y revelarlas, un proceso que les era ajeno a estos jóvenes nacidos ya en la era digital. La experiencia del revelado, casi como un juego de magia donde unas pociones enseñan el contenido de un negativo, ha sido una de las cosas que más les ha gustado a los alumnos.

"Se han marchado contentos con sus fotografías en la mano después de tantos días y casi hasta sorprendidos de que se pueda hacer algo así sin cámara", reconoce Pascual, que también imparte cursos de iniciación a la fotografía para alumnos más experimentados. "Con aprendices como estos, hay futuro en la fotografía", comenta el profesor, orgulloso de haber despertado las inquietudes de los asistentes. Algunos de ellos se han ido incluso con ganas de repetir el proceso aprendido estos días y construir otra cámara igual en su casa. Ahora solamente necesitan el permiso de sus padres para convertir el cuarto de baño en una sala de revelado en la que los productos químicos sustituyan a geles y champús para ser unos verdaderos fotógrafos.