Segunda entrega de esas "joyas románicas" que aún no habías visto. Esta vez son "más oscuras" porque, o han desaparecido con el paso del tiempo, o están ocultas entre los tejados de las iglesias y las actuales bóvedas barrocas que coronan muchos templos de la ciudad. Pinturas, piezas de madera policromadas, auténticas obras de arte que los maestros carpinteros zamoranos de la Edad Media crearon para el disfrute de los fieles. Estos son algunos detalles de ese esplendoroso pasado.

1. El santo «descabezado» de San Vicente

Cualquiera que acceda a la iglesia de San Vicente, puede alzar la vista y observar en uno de los muros laterales parte de la imagen de un santo «sin cabeza». La decoración barroca del templo, que añadió las clásicas techumbres curvas de escayola, «degollaron» a este personaje. Su rostro vive, no obstante, en el bajocubierta. Sus colores y sus rasgos denotan una pintura de enorme calidad que solo quien penetre, a la rastra, en el exiguo espacio bajo el tejado del templo podrá contemplar.

2. Filigranas en el artesonado del Santo Sepulcro

El acontecer de los tiempos había nublado las filigranas que se esconden en la madera del artesonado. La profunda restauración efectuada por el plan Zamora Románica «sacó los colores» a la madera y le devolvió todo su esplendor. Dibujos de vides y motivos vegetales han regresado a su juventud y hoy parecen acabar de salir del pincel diestro de sus autores en la Edad Media.

3. Atauriques que mueren en San Frontis

Con extremo cuidado, los investigadores penetraron años atrás en el bajocubierta de la iglesia de San Frontis, la misma que modificó hace siglos su orientación para mirar a Tierra Santa. Allí hallaron ricos motivos policromados en forma de atauriques, formas geométricas que imitan detalles vegetales como hojas y flores. También motivos heráldicos que se «mueren» con el paso del tiempo y las humedades en un lugar poco confortable para su subsistencia.

4. Piezas de un antiguo puzzle en La Horta

Hasta el siglo XVI, los zamoranos disfrutaron de ricas armaduras que embellecían los techos de las iglesias románicas, a falta de dinero suficiente para construir las clásicas bóvedas de piedra. Los techos de armar quedaron ocultos, por encima de las formas barrocas. En La Horta, los trabajos de mejora revelaron piezas de aquel antiguo «puzzle», en el que cada pieza tenía su función. En la imagen se ve una «cinta» en dos colores, uno de los elementos que junto a arrocabes, aliceres o almizates encajaban formando una bella composición hoy inexistente.

5. El auténtico techo de San Frontis

El taller de carpintería de armar que Zamora desarrolló en los primeros siglos de la Baja Edad Media creó hermosas estructuras hoy ocultas por las restauraciones, el deterioro o el cambio de modas. Como en el Santo Sepulcro, la armadura de San Frontis estuvo decorada con coloridos motivos, hoy desaparecidos. Lo que se ve en la imagen es la reconstrucción virtual efectuada por el programa Zamora Románica.

Reportaje completo sobre la carpintería de armar en la Edad Media