¿Dónde acudían los vecinos de Zamora para paliar el bochorno estival antes de que abrieran las primeras piscinas? En plena sucesión de sofocantes olas de calor, resulta difícil imaginar que el río Duero fuera hace tan sólo unas décadas la única alternativa para darse un chapuzón. La playa de Los Pelambres, también conocida como la Benidorm zamorana, sigue siendo uno de los enclaves fluviales más atractivos para refrescarse, pero no ha sido el único. La isla de las Pallas, en las inmediaciones del Puente Nuevo, fue una de los puntos más frecuentados por los bañistas para combatir las altas temperaturas. Al ser un punto de encuentro masivo, antiguamente se separaban las zonas de baño de mujeres y hombres mediante la colocación de cuerdas.

Muy próxima a las Pallas, en otra de las islas situadas en el entorno de los Tres Árboles, se encuentra el club Náutico de Zamora. Su creación se remonta a 1951, aunque la piscina no se construyó hasta 1969 con unas medidas de 26 metros de largo por 13 de ancho.

Según apunta su actual presidente, Valentín Blanco, «al principio la gente se bañaba en el río y todavía se conserva la plataforma y las escaleras que se instalaron para que los bañistas se pudiera meter en el agua». Fundado con fines deportivos, sobre todo piragüismo, el club ha ido ampliando sus actividades de ocio y en la actualidad cuenta con alrededor de 850 socios.

El historiador zamorano Herminio Ramos también indica el barrio de Olivares y los Tres Árboles como otras dos de las antiguas zonas del río Duero a su paso por la capital frecuentadas por bañistas hace unas décadas.

La apertura de las primeras piscinas en el casco urbano de la capital supuso un revulsivo en los hábitos veraniegos de los zamoranos. Una de las pioneras, bautizada con el nombre de Neptuno, se abrió a principios de la década de los 60 en la calle de San Pablo. Las instalaciones contaban con una amplia zona verde y cafetería que se convirtieron en un importante lugar de encuentro social además de acoger competiciones deportivas de natación.

Más tarde, en la década de los años 70, pasó a manos del Círculo de Zamora, un club privado donde era necesario pagar una cuota de socio para disfrutar de la piscina, que también ha desaparecido.

Sin embargo, Las Vegas fue la primera piscina privada de grandes dimensiones que se abrió en la capital. Fue inaugurada el 27 de junio de 1968 en una parcela de 3.000 metros cuadrados en la zona de Trascastillo, junto a la calle La Vega, ahora ocupada por una urbanización. Con 33 metros de largo y 12 de ancho, ofreció a los zamoranos la primera oportunidad de disfrutar de unas instalaciones punteras, «que eran un lujo para la época», según recuerda Graciliano Hernández, hijo del impulsor y propietario de estas instalaciones, ya fallecido. Su hermana, Cruz Hernández, asegura que «lo llamaban loco porque la gente pensaba que era descabellado realizar una inversión tan grande y más en aquellos años». La piscina también fue pionera en impartir los primeros cursillos de natación, con los que aprendieron a nadar varias generaciones de zamoranos.

Aunque la piscina era el principal reclamo, las instalaciones también contaban con una cancha de tenis, una bolera y un restaurante, además de una prestigiosa sala de bailes por la que pasaron los artistas más populares de la época, como Camilo Sexto, Juan Pardo, Fórmula V, Antonio Machín, Los Bravos o Andrés Do Barro. El caché de algunos de estos cantantes podía alcanzar las 150.000 pesetas, una fortuna para la época, y las entradas se vendían a 100 pesetas. «Era un precio caro que no era asequible para todo el mundo pero no se podían poner más baratas porque al menos había que salvar gastos», rememora Cruz Hernández. Siendo sólo una adolescente era la encargada de realizar la campaña publicitaria de cada concierto, que se anunciaban en ciudades cercanas como Salamanca y Valladolid.

"Las Vegas" fue una de las piscinas de referencia de la capital durante casi 30 años, hasta que echó el cierre en 1995. La primera piscina municipal de Zamora, "La Sindical", también se abrió a finales de la década de los 60 y en la actualidad sigue siendo una de las zonas de baño preferidas por los vecinos de la capital, aunque su conversión en climatizada ha generado muchas críticas.

Con posterioridad también se abrió la piscina del Tránsito, otra de las zonas de baño con solera en el barrio de Los Bloques y en la que el actual equipo de Gobierno tiene previsto realizar una inversión de 300.000 euros para acometer una rehabilitación urgente.

Los zamoranos que estudiaron en la antigua Universidad Laboral también recordarán la flamante piscina con la que contaba este centro de formación, sin olvidar la perteneciente al Seminario de San Atilano de Zamora, abierta en la década de los años 50 aunque lleva varios años en desuso.

Las instalaciones de más reciente construcción con las que se ha completado la oferta en la capital corresponden a la piscina municipal de Higueras, abierta en 2010 en el barrio de La Alberca tras un dilatado retraso en los trámites de construcción. En las localidades del alfoz de la capital también han proliferado un buen número de zonas de baño, a las que se suman las playas naturales que ofrecen los embalses de la provincia.

Testimonios en blanco y negro de varias generaciones

La mayor parte de las imágenes antiguas de la época son en blanco y negro, en plena era analógica previa a la revolución digital. Las instantáneas que se conservan de las zonas de baño ya desaparecidas reflejan la transformación radical que ha experimentado la moda de baño femenina de las zamoranas. En la década de los años 60 y 70, la tendencia era el uso de mayoritario de bañadores enteros frente a los bikinis reducidos a la mínima expresión empleados en la actualidad.

Por el contrario, los bañadores masculinos eran más cortos e incluso sin pata. Otro de los denominadores comunes de la época era que un gran porcentaje de la población de la capital no sabía nadar cuando abrieron las primeras piscinas de la capital. Por ello, los cursillos de natación se convirtieron en una oportunidad sin precedentes para que la mayor parte de los bañistas que acudían a las instalaciones de baño se iniciaran en la natación, según recuerda Graciliano Hernández. hijo del fundador de la piscina Las Vegas.

Los nombres de los monitores que ayudaron a varias generaciones a aprender a nadar todavía permanecen en la memoria de muchos zamoranos. Con posterioridad surgieron los primeros club deportivos de natación que reportaron los primeros triunfos en las competiciones y permitieron despuntar a nadadores de la provincia que lograron labrarse una destacada trayectoria deportiva. La posterior apertura de las primeras piscinas climatizadas permitió disfrutar de este deporte a lo largo de todo el año y no solo en verano, aunque algunos nadadores llegaron a entrenarse en el río en pleno invierno antes de que existieran estas instalaciones. Instantáneas de aquellos maravillosos veranos que forman parte de la memoria colectiva zamorana y atesoran recuerdos, anécdotas y vivencias que invitan a la nostalgia.