Entre las calles del casco histórico de Zamora, bajo el inmisericorde sol de este mes de julio, la Virgen del Carmen recibió el cariño popular y la oración de los fieles. Una advocación universal, presente en cualquier rincón del planeta, tuvo su reflejo en la Zamora más vetusta con principio y fin en la iglesia de San Isidoro, que después sumaría el apellido "del Carmen" con la fundación de la cofradía en 1668.

Desde aquel año, una sola imagen. La que los zamoranos pudieron acompañar entre la Catedral de Zamora y la rúa. Pocos sabían que hace exactamente 110 años la Virgen se salvó del incendio acaecido en su propio templo. Quizá el fervor que despertaba entonces -como ahora- redujo las consecuencias del fuego a solo unos rasguños en el Niño que ayer volvía a abrazar la patrona del mar por las calles del casco histórico.

Al frente del cortejo, los músicos de la banda Santísimo Cristo del Perdón desplegaron los sonidos de sus tambores, cornetas y trompetas para anunciar el desfile, quizá añorando una equipación más veraniega, acorde con las altas temperaturas de este singular periodo estival. El estandarte morado para anunciar, con honor, el nombre de la cofradía que protege a la Virgen y, después, la protagonista envuelta en incienso. También había un broche musical, el de Nacor Blanco, para una imagen que se mueve por la ciudad con idéntica cadencia que los grandes grupos de Semana Santa, gracias a la voluminosa -y engalanada- mesa que la sostiene.

Nueve días de preparación, la procesión anual... y el broche de hoy, con el besamanos en el templo románico que la cobija. Todo un ritual para la única imagen que ha tenido la Virgen en más de tres siglos. Los casi cuatrocientos hermanos -ayer se sumaron otros seis miembros- rezaron en la tarde de ayer a su Virgen. Eso sí, bajo el sol perpetuo de un abrasador verano.