Hace ocho años su marido la abandonó, con un hijo menor a su cargo, de tan solo diez años, y de repente pasó a forma parte de la lista de familias monoparentales de la capital. "Me dejó arruinada y sin un duro para poder comer", recuerda Pilar sobre la pesadilla vivida. Al negocio familiar, un bar, se le acumularon las deudas "porque mi exmarido se fue con todo el dinero que teníamos en el banco", por lo que se vio obligada a cerrarlo.

En esos primeros meses su madre fue su sustento, "pero ella es viuda y vive solo de su pensión, así que pronto tuve que acudir a los servicios sociales", apunta. También agradece la ayuda que recibe de la parroquia de su barrio en forma de alimento. "Hay semanas en las que solo tenemos leche y macarrones para comer", explica.

Su experiencia trabajando en una clínica geriátrica ha sido lo que también le ha ayudado a poder subsistir en estos años, con trabajos sin contrato en varias casas. "Entras para limpiar, pero luego te piden que hagas la comida y finalmente terminas cuidando a la persona mayor", reconoce Pilar, a quien estas labores le reportan una pequeña paga, sin contrato de por medio, se le ha añadido desde hace poco tiempo la pensión de manutención que su expareja está comenzando a pasar a su hijo, de 300 euros al mes. "Tuve que denunciarlo para poder cobrarla, porque él se desentendió de todo", lamenta. Esa ayuda también ha provocado que la renta de ciudadanía que percibía se haya reducido a 201 euros. Sin embargo, al tener que hacer frente a la hipoteca de su vivienda, de 578 euros, al final apenas cuenta con 150 euros para los gastos de todo el mes.

Agradece especialmente la actitud que siempre ha tenido su hijo, ahora con 18 años, y que continúa con sus estudios. "No es justo que un niño pase por tantas necesidades, pero él nunca me ha exigido nada, le compro ropa cuando tenemos algo de dinero, en los establecimientos más baratos y nunca ha tenido una queja conmigo", explica orgullosa.

En la actualidad, Pilar continúa con sus trabajos domésticos, que compagina con un curso de ayuda a domicilio para centros privados. "Estoy muy contenta, porque trabajar con la tercera edad es lo que más me gusta. Solo espero que cuando termine en septiembre se me pueda abrir alguna puerta para encontrar un buen empleo", desea.