Los niños cada vez juegan menos en la calle. Esta es una triste realidad que se ha convertido en la tónica general en grandes y pequeñas ciudades. Y es que, a excepción de los parques destinados a este fin, los niños cada día tienen menos lugares donde desarrollar sus capacidades. El estudiante zamorano, Roberto Bartolomé, ha elaborado un interesante trabajo de fin de grado en el que propone un cambio en la administración de Zamora para recuperar la confianza y que los niños puedan jugar y salir solos a la calle. Un proyecto, basado en el trabajo de un pedagogo italiano y que ya se ha puesto en marcha en algunos lugares como Huesca y la localidad salmantina de Carbajosa de la Sagrada.

"La ciudad de los niños" es el nombre de este trabajo, que Bartolomé reconoce que cuando lo eligió no tenía mucha idea en que consistía. Poco a poco se sumergió en este proyecto que ha buscado adaptar la capital del Duero a los cerca de 8.000 niños de 0 a 14 años que viven en ella. "Lo que se promueve es un cambio en la administración de la ciudad, no basado en la figura del adulto trabajador, sino centrándose en la del niño", explica el estudiante del Grado de Magisterio en Educación Infantil.

En este trabajo se analiza que el principal problema de que los niños no salgan a la calle es la pérdida de confianza y la sensación de peligro que se ha generado entre los padres y tutores de los menores. Como explica Bartolomé, la ciudad se ha ido haciendo cada día más a la medida de los automóviles y esto dificulta mucho que el niño pueda campar a sus anchas por la ciudad sin la consiguiente preocupación de sus padres. En el caso del tráfico, Bartolomé pone el claro ejemplo del paso de cebra que está situado en la Ronda de San Torcuato al lado del colegio San José de Calasanz. El cambio en las pequeñas cosas del día a día que propone este ambicioso proyecto busca no solo "ayudar a los niños sino que todos los ciudadanos salgan beneficiados", puntualiza el alumno. Una ciudad en la que los niños están por la calle, es una ciudad sana.

Bartolomé no descarta presentar este proyecto al Ayuntamiento de Zamora ya que "aquí nunca se había planteado nada parecido". El estudiante ha estado indagando sobre las ordenanzas municipales del Consistorio y en la de 2012 explica que hay una prohibición expresa de que los niños jueguen en la calle a cualquier cosa que pueda suponer una molestia para el resto de los vecinos. Una medida desproporcionada a juicio del alumno.

Organismo municipal

Una de las propuestas que este joven, inspirado en el trabajo del pedagogo italiano, pone sobre la mesa es la creación del Laboratorio de los niños. Un organismo municipal en el que los propios menores puedan hacer propuestas para mejorar la ciudad en la que viven. Bartolomé ha pensado en la Aldehuela como una de las zonas donde se podría ubicar este nuevo órgano. Dentro de este laboratorio se crearía un consejo de los niños en el que estarían representados dos menores de todos los colegios de Zamora y ahí es "donde se debatirían todas las propuestas de administración de la ciudad", subraya el estudiante.

Roberto Bartolomé insiste en que es importante preguntar a los niños lo que quieren y cómo lo quieren. El alumno pone un claro ejemplo y son los nuevo parques infantiles, que en ocasiones ni los propios menores saben como utilizarlos.

Por ello, el trabajo propone preguntar a los niños que es lo que le gusta más o que ellos mismos sean los que decidan que columpios quieren.

Una de las mayores preocupaciones es que los pequeños de la casa puedan salir solos a la calle y de esta manera fomentar su autonomía. Asimismo, como explica el estudiante, los niños no estarían tan solos y es que ahora muchos son hijos únicos y crecen en soledad. Para solucionar este problema, el trabajo de fin de grado propone que se involucre a toda la sociedad. Los caminos escolares son una iniciativa que se realiza en algunas localidades para que los menores vayan solos al colegio con cierta seguridad. Una manera de fomentar la seguridad entre los padres es que se implique a los comerciantes de la ciudad para que los niños puedan recurrir a ellos si tienen algún problema. Bartolomé explica que se podría poner un cartel en cada comercio para que se reconozca que son "amigos de los niños" y de esta manera puedan recurrir a ellos si fuera necesario.

Involucrarse

Involucrar a toda la ciudad en beneficio de los menores. Y como tal, este trabajo de fin de grado propone que los restaurantes, hoteles u hospitales -lugares donde pueden ir los menores- estén adaptados al ocio de los jóvenes. Por ello, proponen buscar espacios y lugares "para que no se aburran". Asimismo, otra de las propuestas que recoge Bartolomé en este interesante proyecto es que los menores también puedan beneficiarse de la estética de la ciudad. Para eso proponen que los mismos menores realicen rutas guiadas por los edificios más emblemáticos de la ciudad. Otra de las propuestas que Bartolomé expone en su trabajo es la repoblación del Casco Antiguo. Esta zona de la ciudad, que es casi toda peatonal, sería un marco fabulosa para que los niños pudieran desarrollarse, explica el estudiante de magisterio infantil.

Un proyecto que aunque "muchos ven como una utopía", explica Roberto Bartolomé, si se prepara con tiempo puede llegar a funcionar en una ciudad como Zamora y convertirla, por qué no, en la capital de los niños.