El bullying, el acoso escolar en Zamora, los insultos, la violencia y vejaciones, constantes de niños o adolescentes hacia otro que se convierte en el blanco de burlas y agresiones solo por existir, con el consiguiente daño a su autoestima, no llegan a la Fiscalía de Menores, desde donde se anima a "denunciar para poder erradicarlo". No obstante, el hecho de que no se hayan registrado denuncias, "no quiere decir que no existan, puede ser que los padres se retraigan, pero hay que denunciar en la Fiscalía", subraya su responsable, Ángela Pérez González.

Sí es verdad que tres progenitores de menores de 14 años acudieron a este órgano judicial para poner el caso en su conocimiento y se derivaron al Servicio de Protección de Menores de la Junta de Castilla y León al ser sus autores niños sin responsabilidad penal, según la Ley del Menor. "Se trataba de grupos que insultaban y vejaban a otros. En uno de los casos hubo agresión, pero no es lo habitual". Todos han sido investigados por Protección de Menores "para determinar si desde este órgano o desde los Servicios Sociales se debía trabajar con las familias de los agresores y con los propios niños para eliminar comportamientos violentos", explica Pérez Gómez. Los casos tramitados por el Juzgado de Menores el año pasado se redujo un 50%

En cualquier caso, "no puede decirse que no exista ni bullying ni agresividad" entre los niños zamoranos, "si fuera tan alarmante, los casos nos llegarían y no es así". Es por ello que, desde la Fiscalía "creemos que colegios e institutos funcionan bien" a la hora de detectar y corregir esas conductas. "Hay que diferenciar", abunda la fiscal, "entre el acoso escolar que un grupo o un niño o niña ejerce sobre otro u otra de carácter más tímido" o incapaz de reaccionar y defenderse, "de las agresiones o peleas, que las hay pero son aisladas y siempre tienen un desencadenante" para quienes las protagonizan. No se trata de la agresión o la vejación porque sí, como cuando existe acoso escolar. Los acusados de ese delito "son los cabecillas de los grupos, que se ceban con el más débil de la clase o del entorno en el que se mueven, con los que nunca dicen nada y aguantan", tanto que sufre en total silencio el martirio por el que está pasando.

Desde la Fiscalía no se ha abierto en los dos últimos años ningún expediente por acoso escolar, que "solo entran en reforma", es decir, se interviene desde este órgano judicial, cuando quienes muestran esas actitudes tienen entre 14 y 18 años. Es más, lejos de lo que pudiera pensarse, dada la extendida idea de que los niños y adolescentes son cada vez más agresivos y violentos, la percepción en el ámbito judicial es la contraria: "Sí que hay enfrentamientos, pero aislados", reitera la fiscal, "y muchos menos que hace un par de años. Y, normalmente, entre chicos por la misma chica y viceversa", puntualiza Pérez Gómez. La fiscal de Menores niega que los adolescentes y los niños que pasan por su despacho den muestras de tener normalizada la violencia en su forma de relacionarse. "Hay de todo, pero no es así. Cuando llegan aquí, cambian en cuanto les explicas dónde están y qué consecuencias tendrá su comportamiento, si se mantiene".

Las normas de convivencia del instituto, desde donde se llevan a cabo "labores de mediación" entre los alumnos con personal del centro, suelen ser la vía para solucionar los conflictos surgidos entre adolescentes. La Fiscalía de Menores interviene cuando la situación se desborda, solo como última instancia a la que recurrir para atajar comportamientos violentos, o cuando los padres denuncian o el propio colegio o instituto lo comunica.

Una labor "encomiable" es la que desarrolla el Servicio de Atención a las Familias (SAF) de la Comisaría de Zamora, un equipo de policías nacionales que "realiza una labor preventiva para evitar conflictos". Los menores "les conocen" y los agentes conocen al dedillo tanto a este segmento de la población, "a los que saben tratar", como el ambiente en el que se mueve en la capital, en los centros escolares, en los lugares de esparcimiento y en los establecimientos de ocio. Y existe una especial vigilancia en los centros de secundaria. Su labor, discreta pero eficiente, les permite saber cuándo va a haber "quedadas" entre los menores para ejercer un control destinado a mantener la seguridad.

La fiscal se remite a los datos desde enero pasado para insistir en que los adolescentes "no tienen incorporada la agresividad en su comportamiento". En ese periodo se han registrado 19 denuncias por lesiones, consecuencia de peleas. Contrapone a este ambiente más pacífico el vivido años atrás en la capital de Zamora, cuando "teníamos algún grupo de chicos y de chicas que buscaban la bronca, salían a divertirse de esa forma por la ciudad". Pero no fue difícil reconducirles, "cesaron cuando se les aplicaron las medidas que permite la Ley de Menores", por lo general, la incorporación a un grupo educativo, alejados de su familia, donde se les enseña a convivir, respetar normas de conducta y, en definitiva se les reeduca, con una labor paralela con los padres o familiares bajo cuya custodia viven. Los casos más extremos pueden acabar con medidas de libertad vigilada o con el ingreso en Zambrana, en función de la gravedad de los hechos de que se les acuse. Todas estas posibilidades se le explican al adolescente que se sienta por primera vez ante las dos fiscales de Menores. Suele bastar con la primera entrevista y el seguimiento que se les hace para reconducir las conductas sancionables, indica Pérez González.

El papel de los padres y la falta de atención que se presta a los hijos de nuevo se coloca en el centro de algunos de estos comportamientos, "hay niños que no son capaces de afrontar la de frustración, a los que sus padres les ven poco y reciben todo lo que piden", probablemente con el deseo inconsciente de compensar esas ausencias, provocadas por la escasez de medios para conciliar la vida familiar y laboral. La crisis, en este sentido, tiene una "ventaja", : el padre o la madre puede estar más tiempo en casa. "Es una opinión muy personal, pero tal vez explique que en los dos últimos años se hayan reducido considerablemente los expedientes abiertos a menores". y, por ende, las lesiones y peleas denunciadas.