Los zamoranos no fallaron a su patrona y volvieron a echarse a la calle para acompañar a La Concha en la tradicional romería que cumple ya 725 años. El buen tiempo acompañó durante todo el día a los miles de zamoranos que se congregaron en el pequeño municipio de La Hiniesta, que un año más esperaba ansioso la llegada de la Virgen. Las obras del AVE en el bosque de Valorio volvieron a variar el recorrido de los romeros que a su regreso desde Valderrey ascendieron por el camino de la Lobata hacia el polígono industrial de La Hiniesta. Una variación, que como ya ocurrió el año pasado, no hizo perder la devoción de los cientos de zamoranos que arroparon a su patrona.

La apertura del templo de San Antolín, sede histórica de la cofradía, hizo mucho más especial la jornada de ayer. Muy madrugadores fueron los fieles que se agolpaban en el templo recién restaurado sobre las ocho de la mañana para asistir a la tradicional misa de los romeros. Un acto muy emotivo que suponía el regreso de La Concha a su casa. Desde el sábado, la Virgen recibió la veneración de cientos de feligreses que se acercaron a San Antolín al solemne besamanos a la patrona de Zamora. Una vez terminado el acto religioso, La Concha emprendió el camino. Un recorrido en el que siempre estuvo acompañada por la devoción de los romeros que recorrieron los más de siete kilómetros que separan la capital del Duero del municipio de La Hiniesta. La mayoría andando pero otros muchos hicieron el recorrido en caballo o en bicicleta. Todo por arropar a La Concha a la entrada de la iglesia de Santa María, donde en su interior esperaba la Virgen de la localidad. Antes de entrar en el término municipal de La Hiniesta y como muestra del hermanamiento entre municipios, tenía lugar el tradicional saludo de pendones. Una momento mágico y que no quisieron perderse numerosos asistentes, que optaron por llegar en coche hasta la localidad. En este caso la carretera de Roales del Pan fue el acceso para todos aquellos que no pudieron hacer el recorrido a pié

La mejor instantánea

Despuntaba el mediodía cuando entre tamboriles y dulzainas, la patrona afrontaba la última cuesta que le llevaría hasta el templo gótico. Muchos ya habían cogido sitio y otros intentaron encontrar el mejor hueco para recoger esa instantánea. La Concha rodeada de cientos de feligreses que parece que la aupaban y daban aliento para completar los últimos metros del recorrido. El obispo, Gregorio Martínez esperaba a la entrada del templo la llegada de la patrona.

Después del tradicional recorrido alrededor la iglesia de Santa María, la Virgen accedía al interior del templo con el acompañamiento de la tradicional sintonía de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín que coreaban muchos de los asistentes. En el interior del templo, la eucaristía puso fin a la primera parte de la romería. Fue el momento de que la parte más religiosa y devota tornara en lúdica. Momento para que muchos empezaran a disfrutar de las viandas después del duro recorrido y como no, disfrutar de la música de la dulzaina y el tamboril.

El pabellón de la localidad volvió a acoger la comida de hermandad de la cofradía y después de la sobremesa y el tiempo para el baile y el cante, la Virgen tuvo que regresar a casa. A pesar del cansancio, los fieles no dejaron sola en ningún momento a La Concha y en su parada en Valderrey, cuando el sol ya estaba cayendo, cientos de zamoranos seguían al lado de su Virgen.