"Cuando el Seminario Permanente comenzó a organizar estas jornadas, Clara Miranda, la viuda de Claudio, insistió en que no solamente se hablara de poesía sino que hubiera poesía", recordaba el escritor zamorano Tomás Sánchez Santiago antes de iniciar la última charla de las VI Jornadas de Claudio Rodríguez, que en esta ocasión han tratado sobre música y poesía y que tocaban oficialmente a su fin ayer por la mañana.

Ese recordatorio de Tomás Sánchez Santiago llegaba en la presentación del poeta leonés Ildefonso Rodríguez, que puso el broche final a las jornadas con la lectura y audición de su libro-disco "Inestables, intermedios" y que permitió cerrar la programación de este año con versos y música, ya que el leonés es también saxofonista dedicado al jazz y a la improvisación. Durante su intervención, Rodríguez habló de su fascinación por el objeto musical y por cómo desde su niñez separó el escribir del interpretar porque concebía ambas "como dos bocas ávidas que no pueden alimentarse al mismo tiempo".

El poeta y músico respondió a las cuestiones planteadas por Sánchez Santiago hablando de su poesía y del momento de creación, de la "yuxtaposición de pequeños fragmentos" que componen sus poemas. "Hablo de las cosas vulgares porque las elevadas me superan", comentó el leonés rebatiendo una cita de Santo Tomás de Aquino a la hora de hablar de su obra. "El texto poético tiene que abrirse a los demás, porque si no lo hace corre el riesgo de encerrarse en el mundo interior del poeta, cuando el mundo exterior es más interesante porque tiene contacto con la realidad de la que nacen los versos", reconoció el leonés, que también quiso reivindicar el lugar de la alegría, a veces desprestigiada en favor de la tristeza y el dolor en la poesía, recordando por ejemplo un canto como "El don de la ebriedad" de Claudio Rodríguez. Antes de escuchar el libro-disco "Inestables, intermedios", Rodríguez habló de cómo buscó la inspiración para componerlo junto a un pequeño río escuchando el "rumoroso cauce" y esperando con el saxofón en la mano. "Tocas, esperas, pasa el agua y llega a ti una imagen que te enreda y te transporta hacia el otro lado", comentó el poeta leonés antes de poner fin a las jornadas escuchando su última obra.

Fragmentos

Una hora antes de Ildefonso Rodríguez, Tomás Sánchez Santiago también fue el encargado de presentar al crítico canario Jorge Rodríguez Padrón que presentó ante el público zamorano "Fragmentos para Claudio Rodríguez", publicada por Mercurio Editorial hace unos meses. Durante la presentación, el filólogo y crítico literario respondió a las cuestiones de Sánchez Santiago acerca de su ensayo y de su visión de la poesía del zamorano así como del panorama actual en España.

Rodríguez Padrón elogió la figura de Claudio Rodríguez, de quien analizó sus estructuras y la esencia de su poesía, la raíz. "Habría que llegar a ver cómo un poeta como Claudio parte de estructuras clásicas como el endecasílabo, pero, cuando lo lees, no suena como tal al contrario de lo que sucede con otros poetas de su misma generación", apuntó el crítico, que también hizo alusión a la presencia de un "ritmo orgánico, adaptado a la respiración, que hace que sea la voz y no la métrica la que condiciona el ritmo del poema" dentro de los versos del poeta zamorano. Al igual que hiciera más tarde Ildefonso Rodríguez, el canario también habló del problema de la poesía actual en la que los jóvenes autores no leen a los clásicos. "En las obras que se nos ofrecen ahora como la panacea se quiere cercenar la memoria y desdeñar lo viejo, cuando sin ello no podría comprender lo actual", sostuvo el canario.

Por la tarde, con las IV jornadas ya clausuradas y fuera de los muros de la Biblioteca Pública, muchos de los asistentes pudieron disfrutar de un recorrido en el tren turístico de Zamora, que les llevó por primera vez por la ruta literaria por la ciudad de Claudio Rodríguez que José Ignacio Primo presentó el jueves en su ponencia. Con este cierre de excepción se puso un final contundente, casi en cadencia perfecta, a unas jornadas en las que dos elevadas artes como la música y la poesía volvieron a posarse en las calles de una ciudad donde aún resuenan los pasos del poeta andariego.