Decía el gran músico Jimi Hendrix que el blues es "fácil de tocar pero difícil de sentir". Con esta música como pasión y como modo de vida aterriza esta noche en el Ávalon el grupo madrileño Gatos Bizcos, formado por Quique Gómez (guitarra, armónica y voz), Pablo Sanpa (guitarra), Héctor Rojo (contrabajo y coros) y Miguel Benito (batería). La banda presenta esta noche su nuevo disco "Eurovegas" en la sala zamorana y mañana hará lo propio en Benavente.

-En este último proyecto cuentan con colaboraciones de lujo como Lou Marini, de los Blues Brothers, Jairo Zabala, cantante de Depedro o Miren Iza, la voz de Tulsa.

-Estamos muy contentos de contar con gente de la talla de los artistas que acabas de nombrar. Para nosotros Lou es una figura del rhythm and blues mundial reconocido por todo el mundo gracias a los Blues Brothers y nos hace muchísima ilusión que haya colaborado con nosotros y que le haya gustado el proyecto. Además también están Miren Iza, Jairo Zabala, Bob Sand o Julián Maeso... y otros muchos artistas que además son amigos que han venido a grabar desinteresadamente porque les gusta nuestro sonido y han querido colaborar y ayudarnos.

-Su proyecto ofrece una visión del blues más ecléctica que otros de los que se pueden escuchar en las salas de conciertos.

-Sí. Básicamente porque Gatos Bizcos no es una banda de blues al uso. Si nos ponemos a hablar estrictamente de blues, tenemos que tener en cuenta que es una música que se desarrolla en la sociedad americana hacia principios del siglo XX y que está muy marcada por la sociedad racista del momento. Particularmente, yo soy un fanático del blues y viajo mucho a Estados Unidos para tocar con mi banda y con músicos americanos, pero este proyecto es algo diferente. Ahora la sociedad marca otras cosas u otros temas aunque, al final, en el fondo, la temática sea la misma. Nosotros hablamos de amor, de desamor y otras historias que pasan, dobles sentidos y, sin ningún tipo de pretensiones, crítica social.

-No en vano se llama "Eurovegas".

-Con este nombre queríamos reflejar una conversación entre Ignacio González y Sheldon Adelson sobre las negociaciones para que el magnate trajera a Madrid el proyecto. Creemos que en el proyecto se veía una especie de salvación que llegaba de fuera casi al estilo de Bienvenido Mister Marshall. Nosotros no pretendemos hacer un disco de blues sino hacerlo con las ideas que tenemos, aunque tengamos hecho un nombre como bluesmen en España.

-¿Es una cuestión solamente de etiquetas?

-Muchas veces es más fácil ponerlas en función de lo que conoces de las personas en lugar de hacerlo en función del contenido de su obra. En nuestro caso, yo no renegaré jamás del blues. Muchas de las canciones que tocamos son de blues y otras son de swing, soul, latin o algún reggae, pero no está marcado por una línea. Cuando llegamos al estudio ponemos en marcha nuestras ideas y entre todos nos sale lo que se ve en el escenario. Al final, en el circuito de blues el público es muy cerrado y no queremos eso.

-¿Por eso sois capaces de llegar a más gente?

-Yo no diría que lo hacemos por eso, pero simplemente viendo el panorama actualmente, si dices que tocas solamente blues o solamente flamenco, se te cierran muchas puertas y, lo que es más importante, te estás quitando un montón de público que si te oyera, le gustaría lo que haces. La música es música y hay un montón de información, por lo que hay que recurrir al gusto de las personas. Algo te puede llegar o no, por eso hay que filtrar. De hecho, cuando te haces algo tan cotidiano como una página de Facebook te preguntan tus gustos y ya te estás limitando incluso la publicidad que te llega.

-¿Es muy duro librarse de los prejuicios musicales?

-Lo ideal sería que nos librásemos de ellos. La música hay que recibirla con la mente en blanco y con la máxima receptividad posible. Puede dejarte una impresión negativa o positiva, pero tienes que intentar que no te influya lo que te hayan dicho o lo que puedas tener pensado por lo que hayas oído antes. Por eso vamos a conciertos y nos sorprenden o nos decepcionan. Es muy complicado, pero al final hacemos música y tocamos lo que queremos.