"¿Pero por qué estudias eso? ¿Qué salidas tiene?" es una de las preguntas que más escuchan los jóvenes que deciden obedecer a su vocación y estudiar escultura. Este año, una decena de alumnos terminan el ciclo de grado superior de Artes Aplicadas a la Escultura en la EASD de Zamora. A diferencia de otras ciudades, el módulo, de dos años de duración más el proyecto y las prácticas, ha tenido que dejar fuera a algunos alumnos por falta de plazas ante la gran demanda.

Angie Santibáñez, Estela Carballés, Sandra García y Lorena Maestre son cuatro de las alumnas que este año terminan su formación en la escuela. Algunas se decidieron por estudiar este ciclo tras probar el módulo de grado medio de talla en madera, que también se puede estudiar en la escuela, mientras que otras optaron por ello tras hacer el bachillerato artístico o la prueba de acceso específica. "Sacar imágenes del interior de los bloques de piedra o de trabajar materiales como el vidrio o la forja es muy gratificante", reconoce Angie Santibáñez, alumna del módulo, que quiere seguir vinculada a este tipo de formación y llegar "hasta donde el arte me lleve". Estas cuatro artistas expusieron, junto algunas de sus compañeras, en la Alhóndiga el pasado mes de marzo en la exposición "Escultura con nombre de mujer", una motivación extra para seguir trabajando, como reconocen las jóvenes zamoranas.

Casi todas destacan el gran nivel de libertad que tienen en las horas de clase y que les permite crear sin cortapisas en unos talleres abiertos sin alarmas ni timbres de clase. "La escuela tiene un gran nivel de profesores que son profesionales de esto y que te dejan esculpir a tu aire. Te dan unas pautas y trucos, pero solamente te corrigen cuando haces algo mal y para el resto te dejan total libertad", añade Sandra García. En una ciudad tan marcada por la imaginería como Zamora, y, aunque en su formación tocan casi todos los materiales, la mayor parte de las alumnas reconoce preferir la piedra "porque es como volver al origen y motiva mucho ver salir las formas de un caballo o un busto de un simple bloque de piedra", como cuenta Lorena Maestre en el taller de la escuela.

En cuanto al futuro, aunque se presente oscuro por la crisis, todas reconocen que les gustaría seguir vinculadas a la escultura de una u otra forma, trabajando en un taller o estudiando la carrera de Bellas Artes en alguna facultad. "Sé que soy una excepción, pero a mí me gustaría dedicarme a la enseñanza de este tipo de arte", reconoce Estela Carballés. Algunos de sus compañeros irán a hacer las prácticas a la ciudad italiana de Carrara, origen de los mármoles tallados por genios como Miguel Ángel. Otros, optarán por algunos de los talleres de escultura que hay en Zamora para seguir formándose. Sea donde fuere, el futuro de estas chicas estará escrito en piedra.