La mejor amiga -de plástico- de miles de niñas en todo el mundo no solo podrá compartir su inmenso fondo de armario y sus aficiones por la playa, los animales o ir de compras. La nueva muñeca Barbie, que saldrá a la venta en Estados Unidos el próximo otoño, podrá mantener conversaciones con sus propietarias, atendiendo además a los gustos y preferencias de las pequeñas, que a partir de ahora no solo se dedicarán a cambiar de modelo a su muñeca para cada ocasión que inventen en su imaginación, sino que mantendrán una relación "de amistad" mucho más estrecha gracias a estas, en principio inocentes, charlas.

Aparentemente se trata de la misma muñeca: largas piernas, ojos azules, abundante melena rubia y labios rosados. Pero la empresa Mattel ha dado un paso más y venderá a su juguete estrella -"Hello Barbie" se denominará este nuevo modelo- con una conexión inalámbrica a Internet a través de la que será capaz de grabar lo que dicen las personas de su alrededor, almacenarlo y fabricar las respuestas adecuadas. Con el tiempo, estas conversaciones se irán adecuando a los gustos de las niñas para "hablar" sobre los temas que a ellas les interesen.

"Son cosas que leíamos no hace muchos años en las novelas de ciencia ficción y que veíamos en algunas películas futuristas", compara el sociólogo zamorano Ángel Alonso Domínguez, quien considera que esta nueva tecnología adaptada a los juguetes "ejerce una auténtica tiranía en el consumidor". Volviendo a la comparación con el séptimo arte, recuerda la mítica película "Blade Runner", donde se podía ver "un control social y adoctrinamiento de los miembros de la sociedad".

Aunque considera que no se llegará a estos extremos cinematográficos, el sociólogo apunta que esta nueva campaña de Mattel "es la historia del consumo de siempre, pero adaptado a los nuevos tiempos" y considera que cuantos más datos tenga la empresa "más sencillo será para ellos captar clientes", aludiendo a que los niños deberán ofrecer sus gustos y preferencias para poder interactuar con su nueva muñeca.

Desde la Universidad de Oviedo, donde imparte clases, Alonso Domínguez considera que aunque este proceso tendrá el consentimiento expreso de los padres "no se sabe todavía dónde irá la información de los menores que se recoja. La empresa todavía no ha justificado dónde se almacenarán los datos, cómo se controlarán o qué uso se hará de ellos", enumera. En este sentido, lanza el posible conflicto que podría surgir si un pirata informático logra entrar en el banco de datos. "Lo podría utilizar de manera malintencionada", vaticina. Como ocurre con todas las nuevas tecnologías, "siempre van por delante de la legislación y el derecho y levantará una auténtica polémica cuando sea una realidad", afirma.

Cierto es que sonsacar información de los potenciales consumidores con los más diversos métodos está a la orden del día, "ya sea a través de los criterios de búsqueda en Internet o por datos biométricos", enumera Alonso, pero en este caso concreto puede que se roce la vulneración a los derechos de la infancia. "Con su venta comenzarán las dudas", sentencia el experto.