La pareja entró en ocho naves, algunas de explotaciones de porcino, y en almacenes en Morales del Vino para sustraer aperos de labranza que pretendían destinar a la venta en el mercado negro y que fueron valorados en 5.684 euros, delitos por los que los dos acusados acaban de ser condenados a dos años de prisión cada uno.

El matrimonio responde así de un delito continuado de robo con fuerza en las cosas, como le imputaba la Fiscalía, aunque no ingresará en prisión por carecer de antecedentes penales. Los dos procesados admitieron ayer en el Juzgado de lo Penal haber entrado en diversas explotaciones el 19 de diciembre de 2013 para llevarse los objetos que reclamaban los dos dueños.

En concreto, accedieron a cinco naves de ganado porcino, a cuyo propietario le causaron un perjuicio estimado en 5.684 euros, que se corresponden con el precio que las herramientas robadas en dicha explotación habrían alcanzado en el mercado negro. De las otras tres explotaciones, lo sustraído se valoró en 1.903 euros, si bien el dueño de esas instalaciones renunció a reclamar por los daños y perjuicios que le causaron los dos ladrones.

Hurto

Además, el Juzgado de lo Penal celebró ayer un juicio por el hurto de una motobomba eléctrica en Santa Marta de Tera, con un coste de 1.450 euros, en ausencia del acusado, al que la Fiscalía exige una condena a solo un año de prisión porque el imputado tuvo libre acceso al interior de la nave de la que sustrajo el aparato. Precisamente, porque la instalación permanecía abierta, la Fiscalía no pudo imputar un delito de robo con violencia. La juez tuvo que posponer la vista oral contra los otros dos imputados en este procedimiento porque uno está en paradero desconocido y otro en busca y captura.

Los tres procesados, de origen marroquí, fueron detenidos cuando circulaban en una furgoneta en Santa Marta de Tera, donde la Guardia Civil les dio el alto y al registrar el vehículo halló una motobomba, sobre cuya procedencia se les interrogó, a lo que respondieron que la acababan de comprar. Una respuesta que no convenció a los agentes, que observaron que los tornillos los acababan de retirar. Las sospechas cobraron aún más fuerza y se convirtieron en indicios cuando la Guardia Civil recibió la denuncia del dueño de una nave de Santa Marta de Tera de la que había desaparecido un aparato idéntico al que llevaban los imputados.