Un cuarto de siglo se cumplió ayer de la reivindicación que llevó al escultor Coomonte a encadenarse durante siete horas a su monumento, "La Farola". Seguro que muchos zamoranos recuerdan esta curiosa y excéntrica protesta que escondía mucha más polémica que el repintado de una de sus obras más conocidas. Y es que a principios de los 90, también en Zamora, la expresión artística estaba en plena expansión y eran muchos los que pensaban que se intentaba poner puertas al campo.

La polémica surgió cuando el Ayuntamiento de Zamora, en ese momento gobernado por Antolín Martín, decidió pintar la obra del afamado escultor. Una situación que generó el enfado del artista y que le llevó a subirse al andamio, que se había colocado para llevar a cabo los trabajos de restauración del monumento.

Pagos pendientes

La reivindicación de José Luis Alonso Coomonte no fue solo por las labores de repintado de "La Farola", sino que hizo prender la mecha del descontento con el Consistorio a raíz de la Bienal de Escultura que se celebró en el año 1986 y de la que se arrastraban una serie de pagos pendientes.

A lo sucedido en la Bienal, se sumó también la crítica de muchos artistas al mal estado de conservación en el que se encontraban algunas de las obras de la capital. Estos desencuentros supusieron que en la ciudad se despertara una corriente de apoyo al escultor, que llegó a materializarse en una manifestación. En ese momento, se entendió esta peculiar reivindicación como "una llamada de atención sobre el patrimonio". Personalidades como el escultor y profesor, Hipólito Pérez Calvo y el pintor Antonio Pedrero, mostraron su apoyo a la reivindicación del escultor.

Tras 25 años, seguirán siendo muchos los vecinos de Zamora que alguna vez mirando a lo alto de "La Farola", hayan recordado a Coomonte.